No piensen en los energúmenos, en los listillos y en los infelices -que de todo había- que ayer domingo se manifestaron en las calles españolas exigiendo que, por ley, bajaran los alquileres. Lo mismo habrían podido exigir ser felices... también por decreto.

Pero sí que hay un problema con la escasez de viviendas. Y desde luego, Sánchez e Isabel Rodríguez no lo van a solucionar.

Caso real: una urbanización de las que se están construyendo en Madrid y que me parecen un acierto: son a modo de pequeños pueblos, donde la propia edificación cierra un círculo, o un rectángulo, en cuyo centro hay un patio interior. Algo similar a las antiguas plazas mayores de los pueblos, donde los niños pueden jugar, en principio seguros, en pleno Madrid. 

Es un modelo muy extendido por el extra-radio madrileño y sí, sinceramente, me gusta. 

En el caso al que me refiero la urbanización se ha convertido en bullicioso y delicioso patio de chavales. Son matrimonios jóvenes que han invertido en su hogar, con su hipoteca aún sin pagar pero pendientes de sus hijos.

Pues bien, el ambiente se está estropeando porque varios vecinos, los que no tienen niños, naturalmente, han hecho obras para convertir sus pisos, que no llegan a 150 metros cuadrados, en ocho habitaciones de alquiler. Sí han leído bien: ocho habitaciones que alquilan a razón de 600 euros al mes. 

Con un poco de suerte pueden sacar tranquilamente unos 50.000 euros al año, sin forzar.

En principio para estudiantes, pero les aseguro que un narcopiso, o un negocio de prostitución puede resultar aún más rentable que los universitarios.

Hemos perdido el sentido de la familia, el sentido del hogar y nos hemos hacinado en las ciudades mientras nos hemos opuesto a la necesaria construcción de viviendas todas las barreras burocráticas del mundo. Esto por no hablar de que la ecología, impuesta por ley, ha disparado el coste de las nuevas edificaciones, a veces con prevenciones de lo más absurdas. 

Metan todo eso en la batidora y ahí tienen el resultado.