"La seguridad en Melilla no sería posible sin la colaboración de Marruecos". El día en que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se retire, el concepto de cinismo alcanzará una nueva dimensión. 

Las palabrejas las ha pronunciado en Melilla, mañana del miércoles, esa ciudad sobre la que su presidente, Juan José Imbroda, asegura, y no exagera, que Marruecos no tiene otro objetivo que hacerse con el control de Melilla y que la apertura de fronteras lleva a que Melilla dependa de  Marruecos, no del resto de España.  

Es decir, no se conforma Marlaska con asegurar que Melilla no está en peligro sino que además, asegura que la seguridad de Melilla depende de Rabat. Y se queda tan fresco.

¿Qué les das, Mohamed? Mientras, Juan José Imbroda acusa a Rabat de pretender anexionarse Ceuta y Melilla, el titular de Interior inclina la cerviz ante el sucesor del profeta.

Aquí hay gato encerrado.