No me cae simpático Nacho Cano pero la persecución policial y judicial -es decir, política- de la que ha sido víctima clama al cielo. Pero ahora que han archivado su caso es el momento de hablar. Cano fue acusado de inmigración ilegal y poco menos que de esclavizar a los becarios de su musical 'Malinche'. ¿Por qué? Pues porque era un artista de derechas, que apoyaba a Isabel Díaz Ayuso y todos los artistas deben ser progres y de izquierdas. 

El mismo día, Moncloa asegura que Marlaska no dimitirá y que el Gobierno ha decidido no comprarles munición a los israelíes, a quienes habrá que compensar por las pérdidas. Esto es, que Sánchez ha cedido ante Yolanda Díaz... y ante quien sea con tal de no levantarse del sillón. Al mismo tiempo, aquí no dimite nadie, apoya a Marlaska, uno de nuestros peores ciudadanos. 

El Sanchismo ha impuesto la impunidad. Impunidad judicial, desde que se inventaron -Zapatero, cómo no- los delitos de odio. Desde entonces, el acusado tiene que demostrar su inocencia y cualquier mentecato puede meterte en un sumario con las acusaciones más absurdas.

Y al revés, aunque se trata de la otra cara de la misma moneda, los políticos, cuando cometen un error, lo único que tienen que hacer es asegurar que ellos no dimiten porque no les da la gana. 

Es la España de la impunidad donde, como decía en aquella película un asesino ruso que recorría Estados Unidos matando a todo lo que se movía: "Me encanta este país, nadie es responsable de nada". Ni Marlaska ni la jueza de instrucción de Nacho Cano.