Nadia Calviño sabe que su desastrosa política económica ha sobrevivido a costa de unos embustes de grueso tamaño y que ya no va a poder ocultar durante mucho más tiempo
Se preguntaba ese buen producto informativo que es Las Teles si el hecho de que Nadia Calviño aspire a presidir el Banco Europeo de Inversiones (esa especie de Banco Mundial-ONG europea) se debe a que no tiene claro que Pedro Sánchez pueda formar gobierno. No, hombre no: Calviño es, ante todo, una eurócrata, que disfruta en los pasillos de Bruselas.
Además, no le gusta arriesgar y en política hay que arriesgar. Lo que le gusta es ser funcionaria con buen salario. El Sanchismo ha perdido las elecciones y Calviño sabe que ahora aún estará más atada que antes por los orcos de Mordor. Mismamente, por Yolandísima.
Pero, sobre todo, Nadia Calviño sabe que su desastrosa política económica ha sobrevivido a costa de unos embustes de grueso tamaño y que ya no va a poder ocultar durante mucho más tiempo. De hecho, su desastre, su absoluta falta de ideas, no se puede ocultar ya. Hasta ahora, Calviño podía decir que el crecimiento del empleo en España era robusto… cuando resulta que somos el país con más paro, no solo de los 27 miembros de la Unión Europea sino de los 38 miembros de la OCDE.
No: la vicepresidenta económica ha conseguido la medalla de oro: ha sido la responsable económica más embustera desde 1978 y, antes que otra cosa, es una funcionaria de Bruselas en busca de ideas.
Por eso, naturalmente, Nadia Calviño no quiere repetir en el Gobierno Sánchez, a quien, por cierto, desprecia bastante, aunque ahora le necesite para medrar en Bruselas, y prefiere buscarse un acomodo en Europa. Sencillamente.