Netflix deja que la bola crezca, como refería el socialista Carlos Solchaga siendo ministro, cuando comparaba los pagarés del Tesoro con una bola de nieve negra que hacía peligrar la Hacienda pública. Y es que actúa como el resto de plataformas: primero ofrece precios baratos… pero una vez que se ha hecho con el mercado, pasa a subir tarifas, poner fin a las cuentas compartidas fuera del hogar, incluir anuncios… y ahora también quiere que cambies tu televisión.

La progre y blasfema plataforma de streaming lo hace con la excusa de mejorar la experiencia del usuario, por supuesto. Se agarra a las limitaciones de teles anteriores a 2014 para actualizaciones de software y nuevas funciones. Y si alguien no quiere cambiar de tv, no podrá ver Netflix… o tendrá que usar un dispositivo especial que actúe de intermediario o bien un cable HDMI entre la app en el ordenador o en el móvil y la tele.

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Netflix, que ahora también apuesta por el último meneo ideológico progre (el movimiento woke) y está bajo lupa fiscal, quiere que cambiemos de tele. Otro inconveniente más a soportar, tras la subida de tarifas, el fin de las cuentas compartidas, los anuncios, etc. Y claro, se aprovecha de que la gente se ha acostumbrado tanto a su amplio catálogo de contenidos como a verlos en el momento que ya no puede prescindir del mismo… y sigue aumentando su liderazgo, pese a la fuerte competencia (Amazon Prime Video, Disney+, Hulu, Max, Apple TV+, Paramount+, Pluto…).