Monseñor Bernardo Álvarez, a la sazón obispo de Tenerife, nos suelta que es pecado: ¡qué cosas!
Lean esta noticia de Europa Press.
Ya el título da que pensar: el obispo de Tenerife vincula la homosexualidad con el pecado mortal. Eso indica, con indicios fehacientes, que el mosén se ha leído el Catecismo de la Iglesia católica. Atención, número 2.357: "Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso". Fin de la cita.
Y ahora va monseñor Bernardo Álvarez, a la sazón obispo de Tenerife y nos suelta que es pecado: ¡qué cosas!
Y encima matiza que el pecado depende del caso caso concreto y de las circunstancias concretas, así como de las tres condiciones para que haya pecado mortal: materia grave, plena advertencia y perfecto consentimiento.
Y claro, la obviedad siempre sorprende al ignorante. El periodista se lleva las manos a la cabeza ante una mente tan cerrada como la del prelado de Tenerife.
Quizás es porque olvidó que la mente abierta no es más que un signo de estupidez. La mente, como las mandíbulas sólo se abre para cerrarla de inmediato sobre algo consistente.
¡Qué escándalo, qué escándalo! hay un obispo, el de Tenerife, que anda recordando el catecismo. ¡No sé dónde vamos a llegar!