El precio de la vivienda no remite sino que se dispara. Seguramente, gracias a la podemita Ley de Vivienda que Pedro Sánchez hizo suya con un entusiasta pensamiento: "la vivienda no es un privilegio es un derecho"... sólo que un derecho inaccesible. 

La vivienda nunca ha sido un derecho y, aunque lo sea, de poco sirve un derecho irrealizable.

Pero tampoco es un privilegio: es algo por lo que han luchado generaciones de españoles, un pueblo con un gran sentido de la familia y del hogar, pueblo que resulta que quiere poseer una vivienda en propiedad, no un arriendo para el cambio constante de residencia, como viven los norteamericanos.

De todas formas, lo que ha conseguido el Sanchismo es que se disparen los precios de la vivienda en propiedad y en alquiler: ¡Anda, si me ha salido una buena definición del socialismo!

En su lucha contra el pérfido rico, el socio-sumarismo ha multiplicado el número de pobres condenados a vivir de arriendo, y de carísimo arriendo.

En resumen, otro fracaso de Sánchez: el precio de la vivienda se ha acelerado con el Sanchismo, tanto en lo referido a la vivienda en propiedad como a la vivienda en alquiler. 

Encima, no se han construido nuevas viviendas, porque eso es muy antiecológico y porque además, los tipos de interés han subido y los promotores se niegan a trabajar con fondos propios. 

La única solución: un plan de liberación de suelo pública para construir viviendas, públicas o privadas, de protección oficial o a precio tasado. Justo lo que no ha hecho el Sanchismo en cinco años. Estaban muy preocupados persiguiendo a los ricos y no les dio tiempo a ayudar a los pobres.