Vox y PP han roto en cinco comunidades por aquello del reparto de menas que, no sé si se lo hemos dicho pero no son menas, porque la inmensa mayoría de ellos ni son niños ni tan siquiera son menores.  

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Y don Pedro Sánchez no está contento porque ahora cope más poder y tenga menos contrapesos que aminoren su ambición, ¡Noooooooooo!, está contento porque ahora España -Sánchez dixit- es un país mejor y porque los beneficiarios no serán ellos, ¡nooooooooooo!, serán todos los españoles y hasta las españolas.

Yo le perdono todo su veneno a don Pedro, lo que no le perdono al presidente del Gobierno es que sea tan insufriblemente cursi, tan insoportablemente hortera: ¿alegría y felicidad porque PP y Vox hayan roto? Precisamente él, que no ha pactado con la ultraderecha sino con la ultraizquierda y no en gobiernos regionales sino en el gobierno de España. Precisamente él que también ha pactado con los separatistas catalanes y vascos, que no ha elegido entre la España Roja y la España rota: ha elegido las dos.

Por otra parte, insistimos: la ruptura de Abascal con Feijóo no tiene por qué ser mala para el primero. Ahora, lo que tiene que hacer Vox es volver a sus principios cristianos y en economía, defender la propiedad privada. Es decir, convertirse de verdad en una alternativa, no en el acompañante de la alternativa.