Petro ha ordenado vacunar a toda la población colombiana contra la fiebre amarilla. Esto es importante. Y uno no es antivacunas sino anti-algunas vacunas, como, por ejemplo, la del Covid. 

Ahora bien, el personaje merece mucha atención, porque el comunismo, como aseguraba el olvidado Alexander Solzhenitsyn, no es más que una gran mentira. Yo añadiría, que un comunista es un mentioroso que tiende a la violencia para mantener su embuste.

Petro, además, es hombre de escasas ideas, casi todas ellas perversas pero por las que siente una indomable querencia, una de ellas es ejercer como dictador desde la democracia. 

En resumen, Petro es uno de los malos bichos, a lo mejor de los peores. Diría que, de cuantos malos bichos pueblan nuestra querida Hispanoamérica actual, Petro, en emocionante concurso, es el peor: siniestro, retorcido, violento refugiado en cursi...

Así que con su vacunación contra la fiebre amarilla no me extrañaría que lo único que pretendiera Don Gustavo sea instaurar en Colombia el último invento liberticidia del Nuevo Orden Mundial (NOM): la tiranía sanitaria. 

Eso sí, recuerden que todos los colombianos son culpables de haber votado a la víbora de Petro como todos los españoles somos culpables de haber votado a la víbora de Zapatero y la víbora de Sánchez. Y en el intermedio, al estafermo de Rajoy. 

¡Qué mal anda la Hispanidad! A ver si nos vemos obligados a hacer una revolución contra los revolucionarios sinvergüenzas.