Que por ti mi corazón pena. ¡Si unión a los tuyos dieras! ¡Qué grande serias! ¡Que envidiada fueras!
¡Ay, España de mi alma!
¿Qué será de ti, que convivir no sabes,
ni la libertad utilizar quieres?
Siempre entre la vida y la muerte,
siempre en los extremos,
siempre al otro dividiendo.
Queriendo destacar más otro que uno,
sin saber vivir tu historia, tu riqueza,
prefiriendo la pobreza y el terruño,
la ignorancia, a la excelencia.
¡Ay, España de mi alma!
Que descansar no sabes
de tus pequeñas ambiciones,
despreciando al santo y al villano,
al que destruirte busca, alabando.
Que ilusiones compartir no quieres,
cuando de historia y de saber estas llena,
de hombres que grande te hicieron,
de tierras ubérrimas, siempre plenas
de lenguas, amores y riqueza.
¡Ay, España de mi alma!
Que por ti mi corazón pena.
¡Si unión a los tuyos dieras!
¡Qué grande serias!
¡Qué envidiada fueras!
¡Qué respeto te tendrían,
aquellos que desde fuera
en ti, con admiración se mirarían!.
Como a la Madre que parió naciones,
a las que dio su lengua, su vida,
que como huérfanas se encuentran
transitando errantes como estrellas,
sin un sol que les caliente, les sirva de guía.