Aquellos tiempos felices en que el periodismo se preocupaba por la objetividad de las ideas y no por la objetividad de las personas. Es decir, aquellos tiempos felices en que nos preocupaba la verdad y no lo políticamente correcto y los que, por tanto, el juicio, acertado o erróneo, se imponía al prejuicio, según al viejo dicho de Pascal: ciertamente, la ciencia no tiene ni fe ni patria, pero los científicos sí.

Eran tiempos más cristianos y menos puritanos. Sí, porque recuerden que el puritanismo, la religión de los abogados, es decir, la  moral del Estado de Derecho, nació del Cristianismo con el malvado propósito de destruir la fe cristiana, sustituyendo el amor por la norma. Nada menos cristiano que el Aranzadi. 

El puritanismo reina ahora en España.