No saben sacrificarse pero antes de dar los buenos días reclaman su derecho; a la privacidad, personajes que aceptan toneladas de aplausos pero ni un gramo de crítica, señoritingos del fútbol que exigen ser adorados como dioses y que encima se permiten el lujo de, sin mover ni un sólo dedo para compartir la carga que están colocando sobre los hombros de los demás, dar lecciones de moral a todos y a todas. ¿Qué es ético? Aquello que ellos hacen.

Pero el problema no son las estrellas de la plantilla, sino quien les ha colocado ahí: un tal Florentino Pérez.

Decíamos ayer que Florentino Pérez no es un inmoral, es algo peor: es un amoral. Él es el responsable del ocaso del madridismo, aquel sueño según el cual cualquier joven podía llegar alto si se sacrificaba. 

Pues bien, en el Real Madrid de hoy no sobra Ancelotti, el que sobra es Florentino. Pero, tranquilos, se puede llevar con él a Mbappé, Vinicius, Bellingham y alguna otra estrellita.