Elma Saiz, ministra de la Seguridad Social, la amiga de los pobres, nos canta las excelencias de las 220.800 madres -no proporciona decimales- y de los 251.000 padres que disfrutaron de prestación por nacimiento y cuidados del menor. Ya saben, vacaciones pagadas para padre y madre, aunque, con la necesidad propia de nuestros tiempos, se olvida que son las madres las que precisan mucho más tiempo que los padres porque son las madres las que más tiempo necesitan para la crianza.
Y esto, por mucho que se empeñen las feministas, para quienes la doctrina de igualdad consiste en fastidiar tanto a la madre como al padre…y entonces hay igualdad. No la habrá jamás, porque ser madre, aunque se empeñen los fanáticos de la uniformidad, resulta que un hombre nunca podrá serlo, nunca podrá ofrecerle a un bebé lo que le ofrece una mujer.
Pero a lo que estamos. Elma vende los muchos padres y madres que se benefician de las bajas maternales, cuando para tener hijos, ellas y ellos, además de tiempo, lo que necesitan es dinero.
Por eso, en toda Europa se ha impuesto el salario maternal, para compensar a la mujer por el mayor esfuerzo que hace y para ayudar en la cría del niño. En España se ofrecen, salvo que la comunidad autónoma lo amplie, 100 miserables euros por mes, por niño y, ojo, sólo hasta los tres años, cuando en otros países, por ejemplo, Alemania, es más del doble de esa cantidad y hasta que el niño abandone el hogar, tenga 18 años o 28.
¡Qué cara más dura tiene, Elma!
Algo parecido se puede decir de la vicepresidenta, doña Yolanda Díaz. Ha subido el salario mínimo un 4,4% y eso, no me cansaré de repetirlo es bueno. En España se cobra poco y con 1.184 euros brutos, ojo, brutos, al mes no se puede sacar adelante una familia. Ahora bien, lo lógico seria que doña Yolanda subiera el salario líquido y bajara las cotizaciones sociales a quienes cobran tan poco. Es más que las eliminara. Porque lo que no dice Yolanda, que tiene mucha cara, como creo haber dicho antes, es que a esos 1.184 euros de salario bruto, que paga el empleador hay que sumar las cotizaciones sociales que también paga el empleador y que, con ese extra, la venta cada trabajador por 1.500 euros. Unos 1.000 se los lleva el empleado, los otros 500: Yoli, Marisu y Elma.
Hablamos de camareros, empleadas del hogar, porteros de finca, etc. ¿Saben lo que harán los trabajadores? Pasar al empleado a la economía sumergida. Y a lo mejor así podrán darle un mejor salario a los empleados y no tan mínimo. En cualquier caso, economía negra.
Y encima nos lo venden como un gran derecho social.
¡Pero qué cara tienes, Yolanda!