Pedro Sánchez, aclamado junto al panteísta Nerendra Modi
A Sánchez le gusta viajar al extranjero: fuera le agasajan, en España le abuchean. Sobre todo, como en la India, donde nadie le conoce, ha sido recibido con vítores. En España, por contra, le silban y abuchean: así de ingratos somos.
Eso sí, el viaje a la India le ha exigido alabar a un tirano peligroso, al panteísta Nerendra Modi. Tiene hasta cierta gracia oírle hablar de que Modi ha pedido la paz a Putin y ha visitado a Zelensky. Debe ser el nirvana hindú.
Modi es un panteísta y cuando el panteísmo se revuelve se convierte en el credo más homicida de todos, dejando a los musulmanes como unos buenos chicos con su guerra santa y tomando al hombre como principal enemigo a batir. El panteísta, en el mejor de los casos, no quiere controlar y encauzar sus pasiones, quiere anularlas. Rara vez lo consigue pero, en cualquier caso, una vez mitigado o anulado el deseo, el ser humano se convierte en una especie de zombi, que sitúa la paz interior al mismo nivel que el asesinato masivo. Total, el hombre importa tanto como la hormiga: nada.
Desde que Modi está en el poder, la India es uno de los países que con mayor encarnizamiento persigue a musulmanes y cristianos. Es una teocracia panteísta, aunque el politeísmo del "todo es dios" disfrace la violencia de indolencia.
En cualquier caso, ni una palabra de Sánchez al siniestro Modi sobre la persecución panteísta contra cristianos y musulmanes en la India. Al tiempo, el feminista Sánchez no ha ensayado ante don Narendra Modi ni el más mínimo gesto en favor de las mujeres, en el país panteísta más machista del mundo, donde la violación es una práctica habitual, apenas perseguida y socialmente poco recriminada.
Eso sí, rasgándose las vestiduras frente a un Errejón, ahora acusado de sobarle el trasero a un reportera. Eso es terrible.