Sánchez Junqueras, Sánchez Aragonés
El independentismo catalán es absurdo pero eso no significa que haya remitido. Es más, el famoso suflé no ha descendido, sólo ocurre que hasta los más engolosinados con el separatismo se han cansado y la fatiga es el único mal del que rara vez se curan los pueblos. La fatiga hacer perder el principal activo de un país: la alegría de vivir.
Probablemente, sigue habiendo tantos indepes como antes, porque el mal sembrado ha sido mucho y durante años, sólo que están agotados como para cometer más locuras. El único aspecto positivo de las demencias colectivas es que resultan agotadoras, por lo que no suelen durar en el tiempo aún cuando duren en el alma.
Sánchez no ha solucionado el problema catalán, tan sólo se ha aprovechado de la fatiga de un movimiento. Y la fatiga es una postración de difícil salida. El independentismo se ha fatigado
Enfrente, desde Moncloa, Pedro Sánchez y el PSOE pretenden haber solucionado el problema catalán por omisión o por concesiones a los indepes que la derecha no supo hacer. Lo cierto es que el Sanchismo no es más que un mecanismo de poder y de supervivencia: con tal de mantenerse un día más en Moncloa, don Pedro vendería a su señora madre, por la que siento el mayor de los respetos, mucho más respeto que el que siento por su hijo. Ahora bien, pactar con los enemigos de España, el país que gobiernas, sólo para mantenerte un día más en el sillón de mando, no parece muy elogiable.
Pero esa es la situación, que no la razón del 'procés' catalán. Chesterton decía, en 1934, ya con Hitler en el poder, que el nazismo era el regreso al barbarie y que muchos alemanes habían recibido al nacional socialismo, que siempre tuvo más de nacional que de socialismo, como "sustituto de su religión muerta", es decir, como sustituto del cristianismo, muerto en Alemania tras quedar herido por la reforma luterana, teología triste que entristeció a los pueblos de Centroeuropa. En Cataluña ocurre algo parecido. No es que haya cundido el nazismo pero sí ha cundido el nacionalismo como sustituto de... una religión muerta.
Para demasiados catalanes -y me temo que tardará lustros en desaparecer este vendaval- la independencia de Cataluña se ha convertido en un modo de vida, una vez olvidado el consolador, Cristo. Pero claro, el procés no puede sustituir al Dios Padre. Este es el problema.
Sánchez no ha solucionado el problema catalán, tan sólo se ha aprovechado de la fatiga de un movimiento. Y la fatiga es una postración de difícil salida. El independentismo se ha fatigado.