
Decía Chesterton que "snob es el que cree que lleva el tipo correcto de sombrero mientras que el pedante considera que el tipo correcto de cabeza". Y añade: "en ambos casos yo preferiría alguna evidencia, además de su costumbre de mirarse al espejo ". Nunca he visto una mejor distinción entre retórica y dialéctica... aunque ninguna de ambas sirve para mucho.
Tras seguir el discurso del presidente del Gobierno español, el del pasado jueves, en respuesta -de líder mundial a líder mundial- a los aranceles impuestos por Donald Trump, tuve que decidir, en una profunda reflexión intelectual, si el hombre de La Moncloa es un snob o un pedante. He llegado a la conclusión de que posee ambas condiciones: snob en la forma y pedante en el fondo.
No sé si se han percatado pero desde que es presidente del Gobierno -y va para siete larguísimos años- Sánchez ha mejorado mucho en retórica y algo menos en dialéctica. Por ejemplo, mueve continuamente las manos, en actitud humilde, exhibiendo modestia por cada uno de sus poros, en el convencimiento de que puede aparecer como un mentiroso, incluso como un bellaco, pero nunca como un arrogante. Eso nunca.
Naturalmente que hay que responder a Trump con otros aranceles a los productos gringos. Y si los Apple resultan más caros para Juan Español... pues es el momento para que España fabrique sus propios Apple, no para lloriquear
Sánchez injuria y moteja al adversario una y otra vez, en cada frase, en magistral uso de una técnica consistente en decir la verdad, nada más que la verdad pero nunca toda la verdad, una técnica sólo al alcance de los grandes embusteros, pero queda claro que lo hace muy a su pesar.
El jueves, por ejemplo, calificó a Donald Trump de mentiroso sin pronunciar la palabra mentira, ya se encargó de traducirlo la televisión pública, siempre a su servicio.
Sánchez habló de que Trump había buscado la excusa de los aranceles recíprocos como excusa para hacer daño "a todos en todo".
Pues no, señor Sánchez lo de "aranceles recíprocos" tiene todo el sentido. La economía del mundo más abierta al comercio exterior ha sido, hasta ahora, la estadounidense y podemos discutir -y ahí coincidiremos- en que Estados Unidos puede permitirse esa apertura por que es la primera potencia mundial pero que existen aranceles, sobre todo en forma de barreras de impuestos, subvenciones públicas y proteccionismos varios en Europa, no digamos nada en China... eso va a misa y ahí Trump tiene toda la razón.
Las fronteras abiertas son como las mentes abiertas y las bocas abiertas: un signo de estupidez. Pero si quieres quedar bien en periodismo habla de librecambismo
En resumen, lo que me comentó días atrás un empresario, ojo, amigo, no opositor- de La Moncloa: "Pedro, ya sabes, se levanta se mira al espejo, se dice 'qué guapo soy' y luego se pone a trabajar".
Dicho de otra forma, de los aranceles de Trump no se protege uno con más subvenciones públicas a empresas sino restando burocracia e impuestos a tus propias empresas.
Naturalmente, lo anterior no quiere decir que no haya que responder a Trump con otros aranceles a los productos gringos. Y si los Apple resultan más caros para Juan Español... pues el momento para que España fabrique sus propios Apple, no para lloriquear. Es decir, no para optar por la tonta respuesta de Sánchez al malvado Trump; ayudemos a nuestras empresas perjudicadas por los aranceles de Trump con dinero público salido del bolsillo de los españoles vía impuestos. ¿Por qué?
Por lo demás, las fronteras abiertas son como las mentes abiertas y las bocas abiertas: un signo de estupidez. Pero si quieres quedar bien en periodismo habla de librecambismo. Ese librecambismo que ha servido para que tiranías como la de Pekín sean bendecidas en Occidente con su doble y maléfico sistema: marxismo dictatorial socialista y capitalismo depredador.
Sánchez nos lleva hacia China, oon el maléfico modelo de "un país, dos sistemas": lo peor del capitalismo monopolístico y lo peor del socialismo liberticida.
Estados Unidos apuesta sólo por un modelo: el capitalismo.