Sanchismo: la economía del vago
El nuevo paquete de medidas económicas ha sido presentado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como una salida de la crisis en versión inclusiva, no 'neoliberal'. Entiendo que el señor presidente no emplea este vocablo como sinónimo de liberal, pero como lo de liberal podría sonar bien, él prefiere añadirle el prefijo 'neo' y, otro corrimiento semántico de don Pedro, oponer el neoliberalismo a la salida "inclusiva" de la crisis.
¿Qué es una salida inclusiva de la crisis? Les explico: consiste en continuar con la política económica alimenta-vagos: más subsidios y más subvenciones públicos, en lugar de aplicar el mucho más justo -¡aunque resulte liberal!- de que "el que no trabaja que no coma". Sánchez prefiere seguir repartiendo limosnas, salarios sin trabajo y renta sociales. Es decir, seguir metiéndole la mano en el bolsillo a la clase media, a los que madrugan, para dárselo a todos los perezosos, todo ellos con el principal derecho del Sanchismo, vivir a costa del prójimo.
Pero este no es el principal problema de la economía sanchista. El no-neoliberalismo significa que el Estado cada vez aplasta más a las familias y que sólo las grandes empresas sobrevivirán. Significa, en resumen, que lo grande -sea público o privado- acosa a lo pequeño una y otra vez. No, no se pierdan en la majadería 'ionebelarrina' o en las 'echenicadas' vulgares contra Juan Roig, el propietario de Mercadona. Eso forma parte del mecanismo de poder de ese gran demagogo que es Pedro Sanchez.
No, se trata de que lo pequeño debe ser fagocitado por lo grande. Sobre todo, por la empresa más grande, con más capital, ergo más capitalista, que existe, que es el Estado... personificado en Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
En cualquier caso, hablamos de la política económica de la subvención pública, la economía del vago. En la España del Sanchismo se financia la vagancia y se extorsiona al que sirve al bien común, al que emprende, al que crea riqueza o puestos de trabajo, sea empresario, profesional o autónomo. Y no olviden llamarle a todo esto economía inclusiva.