Las propuestas de los agricultores han servido para desnudar la gran mentira verde, muy verde, de la vicepresidenta Teresa Ribera, uno de los personajes más dañinos del Sanchismo, conocido por su cantidad ingente de seres dañinos para el bien común. Con su oposición a la Política Agraria Común (PAC) así como a la aún más peligrosa Agenda 2030, los tractoristas han puesto de manifiesto que la ecología (el planeta) se opone a la economía (el hombre) y que primero debe ser la economía, la persona, y luego la ecología, las cosas. 

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El mundo no cambiará por estas protestas que, encima, terminarán con algunas concesiones, no, como sería deseable, con el final del globalismo y de la Agenda 2030 o de los ODS (Objetivos para el Desarrollo Sostenible) pero, al menos, se habrá escuchado una voz distinta y, a partir de ahí... puede no ocurrir nada o puede ocurrir todo. Desde luego, a doña Teresa, que se preocupa más por las cosas que por la persona, no le va a gustar.

En cualquier caso, Teresa Ribera marcha camino de Europa, siguiendo a Nadia Calviño. En Moncloa ya no ocultan que es la indicada para encabezar la lista socialista al Parlamento europeo, ya saben un canto a la egolatría.

¿Y esto es bueno? Verán, es mejor para España, pero que conste que, desde Bruselas, la vicepresidenta de Sánchez puede hacer aún más daño: daño continental.