Ocurrió en la Patagonia. Un padre y un hijo navegan en lancha. Pasa por allí una ballena jorobada y se traga al joven. Al cetáceo no debió gustarle el bocado porque lo escupió, ileso, apenas pasados dos segundos. 

A todo esto, el mundo ha podido ver una y otra vez la escena porque el padre, mientras el bicho se tragaba a su hijo, grababa: ¿Una ballena se traga a tu hijo y tú te dedicas a grabarlo? A lo mejor es que ya estaba grabando antes, pero jo...  

Esta sociedad no vive, sólo graba la vida.