Desenterrar huesos de unos 77 personas cadáveres fundidos con otros huesos de otros 34.000 cadáveres puede resultar un ejercicio -de lo más democrático y humanitario, por supuesto- pero un tanto complejo hasta para los actuales avances de ADN.

Y luego está el problema de que si 77 familias pretenden recuperar los restos de sus familiares existen cientos que no quieren que se toque a los suyos, lo que añade dificultad al asunto si ustedes me entienden. 

Así que el ministro Félix Bolaños ha respirando hondo -aunque no lo reconozca ante las cámaras- cuando un juez ha paralizado la exhumación, atendiendo a una asociación por la concordia. 

Se puede ser malo pero no conviene ser idiota y en política se puede hacer el bestia pero no el ridículo

Para entendernos, que menos mal que hemos encontrado un juez que ha paralizado las exhumaciones. Moncloa le queda agradecido, aunque seguirá luchando, no lo duden contra las víctimas del franquismo.

El Gobierno, además, respira tranquilo: ahora andan arrepentidos de haber abierto el melón del valle de los Caídos pero ya no hay marcha atrás.

Se puede ser malo pero no conviene ser idiota y en política se puede hacer el bestia pero no el ridículo.

Lo mejor sería dejar en paz a los muertos. Eso sí, a los frailes benedictinos de la Basílica de Cuelgamuros ni un euro, a ver si se mueren de hambre. No lo van a conseguir.