La cantinela (los curas saben que tiene que irse) del ilustrísimo señor ministro de Memoria Democrática, el masoncete Ángel Víctor Torres, ha logrado ocultar el principal titular sobre el Valle de los Caídos. Es éste: Sanchez les debe a los benedictinos, 2.040.000 de euros. 

Es lo correspondiente a seis años en los que el Estado no cumple el acuerdo firmado con los monjes: abonar 340.000 euros anuales par el mantenimiento del complejo. Si contáramos el presente ejercicio 2024, ya estaríamos en los 2,38 millones de euros.

Con ese dinero se mantenía la Escolanía, donde abundan los internos y los padres pagan una cantidad modesta y se mantiene la basílica en buen estado, además de pagar más de veinte nóminas de empleados. Por cierto, las siguen pagando los frailes. 

Y es que el gobierno pretendía rendirles por hambre pero a los monjes que lidera el padre Santiago Cantera no les da la gana marcharse del lugar de oración y de concordia entre ambos bandos de la guerra civil, que no otra cosa es el Valle. Así que se quedan y sobreviven gracias a las limosnas... siendo cada vez más los fieles que acuden al Valle.

En el entretanto, el ministro masoncete insiste en mentir sobre la recuperación de los muertos por el Franquismo, cuando allí abundan más los presos nacionales que los republicanos y cuando sabe que es imposible reconocer la identidad de personas enterradas hace décadas, algunas en fosas comunes. 

De hecho, toda la historia oficial sobre el Valle es un gran mentira: no fue ninguna cárcel ni campo de concentración, sino un lugar de reconciliación. Es como -más propaganda- cuando se nos dice que hay que derribar la cruz, la mayor del mundo, porque se trata de una cruz franquista. Pero, hombre, no digamos estupideces: sólo existe la cruz de Cristo, las cruces cristianas, se hayan erigido durante el franquismo, durante el nazismo  o durante el comunismo.

No, lo que pasa es que la columna vertebral de Sanchismo es la cristofobia. Lo demás son aditamentos.