Que Delcy Rodríguez, la chica de las maletas en Barajas, las maletitas de José Ábalos, se añada a sus funciones como vicepresdienta de Veneuzela, la cartera de petróleo, es decir, la cartera de la corrupción, puede resultar más o menso importante, pero no temible. Lo que es digno de temer, y de mucho temor, es que Diosdado Cabello sea elevado a ministro del Interior y de justicia.

Diosdado es un matón con una indisimulada tendencia al homicidio. Situarle como titular de Interior, del que ya lo era pero sin alharacas, supone que el Gobierno de Nicolás Maduro sólo puede caer por la fuerza. Y me temo que no desde dentro dado que, esto ya empezó con Hugo Chávez, el problema es que el ejército venezolano es ya un ejército idoeologizado, de milicianos, donde el espíritu castrense es una coña. Más que soldados son revolucionarios bien armados. No defienden a Venezuela, defienden al un chiflado peligroso, llamado Nicolás Maduro.

España, la madre patria, debería implicarse en la caída del bolivarianismo y en la expulsión de Maduro del poder.