Felipe VI no debería nominar ni a Feijóo ni a Sánchez para formar gobierno, dado que el uno es un progre de derechas y el otro es un progre de izquierdas. Probablemente, lo mejor sería buscar una figura nueva
Han pasado ya 25 días y a lo mejor se nos ha olvidado los resultados electorales del 23-J. RTVE los ha actualizado mejor que nadie: 137 diputados para el PP, 16 más que los 121 del PSOE. Esto da que pensar, pero ojo, el PP ha ganado al PSOE por tan sólo 300.000 votos. Son los mismos por los que Aznar venció al invencible Felipe González en 1996 pero entonces eran tiempos más civilizados y Felipe González dejó gobernar al ganador, por la mínima, Aznar. Otra cosa: ¿nos hemos percatado de que Bildu ha superado en diputados al PNV?
En Hispanidad ya hemos dicho que Felipe VI no debería nominar ni a Feijóo ni a Sánchez para formar gobierno, dado que el uno es un progre de derechas y el otro es un progre de izquierdas. Probablemente, lo mejor sería buscar una figura nueva que seguramente no encontraría consenso político pero sí consenso social. La prepotencia de la clase política española, de izquierdas y de derechas, siempre olvida que, por encima de las preferencias ideológicas electorales, donde a la gente se le da a elegir entre distintos sujetos de una misma cristofobia, buena parte del pueblo español está hasta el gorro del conjunto de la clase política e incluso muchos de los que aceptan el debate tal cual está centrado en 2023, son conscientes de que las personas a las que votan valen tirando a muy poquita cosa. Ejemplo: ¿cuántos votantes de Pedro Sánchez añoran la figura de Felipe González?
Por tanto, Majestad, ni Feijóo ni Sánchez: un tercero. Otra vez una operación Borrell.
Y si no se atreve a tomar el timón de jefe del Estado, al menos fuerce una coalición, de legislatura o de alternancia en Moncloa, entre el PP y el PSOE. Con ello no se evita la España roja, sólo la España rota, pero algo es algo.