Decíamos ayer que la mujer de David Pérez, uno de los guardias civiles asesinados, se negó a que el ministro Marlaska condecorara el cadáver de su esposo. Pero eso es sólo el final de la historia. 

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Diez horas antes de que unos narcotraficantes asesinaran a dos guardias civiles en Barbate (Cádiz), el ministro del Interior del Gobierno Sánchez, el inefable Fernando Grande-Marlaska, era entrevistado en el programa matinal de RTVE. Una entrevista vergonzante para cualquier periodista honrado, perpetrada por Marc Sala y Silvia Intxaurrondo, en la que el ministro blasonaba de que habían golpeado a los clanes de la droga donde más les duele, en su aparato financiero. Incluso pidió, progresista que es él, que no se estigmatizara a aquella zona del sur de España... porque la labor del Gobierno en unión con otros países europeos estaba siendo eficacísima contra el narcotráfico.

Esto ocurría a las nueve de la mañana. Doce horas después, a las nueve de la noche, una superlancha tripulada por narcos aplastaba una modesta fueraborda de la Guardia Civil y, con ello, pasándoles por encima con saña asesina (ver vídeo del tuit), los delincuentes mataban a dos agentes del Grupo de Acción Rápida (GAR), que les habían dado el alto. Un tercero se encuentra en estado grave. Y uno de los sobrevivientes de la matanza, se expresaba así: “Estamos vendidos”. Esperemos que Marlaska no le fusile por este comentario.

Pero lo más grave es que la primera reacción del susodicho Grande de España, a la sazón ministro del Interior, fue de antología: aseguró el prócer que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tenían todos los medios precisos para luchar contra el narcotráfico... lo que fue desmentido horas después por el propio alcalde de Barbate, en entrevista con A3 TV, y por una ristra de testimonios de vecinos de la zona y de miembros de la propia Guardia Civil.

Por su cobardía ante Marruecos, el Gobierno se ha hecho cómplice del asesinato de guardias civiles indefensos... mientras Sánchez se va a los Goya para celebrarlo

En cualquier caso, que te hayan matado a dos guardias civiles que no podían defenderse y que tú, su jefe, continúes presumiendo de lo bien que lo haces, y que les has proporcionado todos los medios... bueno hay que tener cuajo. Al menos, Marlaska, cállate.

En Barbate y en otras localidades de la costa gaditana de la droga, los guardias civiles se sienten en un ambiente hostil y con una penuria de medios increíble. Y así, mientras la superlancha de los narcos arrasaba la zodiac de los guardias civiles, varias personas jaleaban el asesinato con gritos de apoyo a los delincuentes (ver vídeo del tuit). A lo mejor, es a los que Marlaska se refería en la entrevista con Sala e Intxaurrondo asegurando que no toleraría que se estigmatizara a los habitantes de la zona.

¿Y esta tragedia volverá a ocurrir? Pues muy probablemente. La mentira siempre está condenada al fracaso y Marlaska miente más que habla. Sólo parece importarle si él queda bien. 

En Barbate y otra localidades del Estrecho, hay mucha gente que vive de la droga. Son los mismos miserables que jalearon los asesinatos de los guardias civiles: hay que acabar con ellos

Por cierto, creo que, en este caso, Santiago Abascal, presidente de Vox, a quien últimamente no encuentro oportunidad para elogiar, tiene toda la razón: la situación de la costa de la droga en Cádiz ha llegado a un punto que sólo se soluciona con plomo, a tiro limpio. Si una barca narco no se detiene a la primera orden, se dispara contra ella y, a ser posible, no desde una zodiac sino desde un barco de la Armada o desde un helicóptero del Ejército. 

Eso, además de recordarle a nuestro querido amigo marroquí, un tal Mohamed VI, que la droga procede, sobre todo, de sus costas. Esperemos que no se trate de otros de los muchos negocios de su majestad alauí, uno de los hombres más ricos de África.

Pero mucho me temo que con lo políticamente correctos que son el PSOE y el PP, Marlaska seguirá presumiendo de eficacia: a lo mejor se refiere a la eficiencia de los narcos a la hora de enterrar guardias civiles.

Debemos romper con uno de los personajes más miserables del panorama político contemporáneo: el Rey de Marruecos, Mohamed VI, actualmente el mayor enemigo de España

Ya lo dijo uno de los guardias civiles supervivientes: Estamos vendidos”. Y lo seguiremos estando si el PSOE no cambia de actitud y empieza a tomarse en serio que el pacifismo suele provocar violencia cuando se iguala a verdugos y víctimas y que debemos romper con uno de los personajes más miserables del panorama político contemporáneo: el Rey de Marruecos, Mohamed VI, actualmente el mayor enemigo de España.

La situación no puede ser más preocupante. Los narcos asesinan a guardias civiles pero ni Markaska dimite ni Pedro Sánchez, que se marchó a los Goya, le cesa, lo que hace buenas las palabras de Santiago Abascal, que, en cualquier otro momento, podrían haber resultado duras: esto sólo se arregla con plomo.

Por su cobardía ante Marruecos, el Gobierno se ha hecho cómplice del asesinato de guardias civiles indefensos... mientras Sánchez se va a los Goya para celebrarlo y sigue sin levantar la voz frente a Rabat. Sí, ya sé que Kiko ‘el Cabra’, presunto piloto de la narco-lancha, era español, pero el negocio se alimenta desde Marruecos, de la misma forma que los alucinógenos que destrozan Estados Unidos durante dos décadas.

En Barbate y otras localidades del Estrecho, hay mucha gente que vive de la droga. Son los mismos miserables que jalearon los asesinatos de los guardias civiles: hay que acabar con ellos. Mientras, subsista esta panda de miserables, ningún incautamiento de droga servirá para nada. 

Sobre todo: el Gobierno debe romper con uno de los personajes más miserables del panorama político contemporáneo: el Rey de Marruecos, Mohamed VI, actualmente el mayor enemigo de España, que, eso sí, cuenta con hasta demasiados cómplices de nacionalidad española o sencillamente clanes españoles que compran la droga en Marruecos y la distribuyen en España.

Aquí, una muestra de la penuria de medios con los que la Guardia Civil tiene que luchar contra el narcotráfico.