
Empecemos por el final: la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha pasado de ser el miembro del Gobierno con mayor reputación, tanto nacional como internacional, a ser una seguidora sanchista más, y por ende, perder toda su reputación.
Sigamos por lo último, Robles ha decidido dejar a Madrid sin su tradicional parada militar del 2 de mayo. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha enviado este miércoles una carta reclamándole que "reconsidere" la cancelación "por primera vez en la Historia" de la parada militar. Parada de la que disfrutan todos los gobiernos regionales,pero ya sabemos que con Ayuso todo vale.
Todos los gobiernos autonómicos, empezando por los socialistas, han contado con el desfile de las Fuerzas Armadas en su día grande.
— Isabel Díaz Ayuso (@IdiazAyuso) March 19, 2025
Separarlas del pueblo de Madrid es un golpe artificial que lo pagan militares y civiles, de niños a mayores.
Ojalá Defensa rectifique pensando en… pic.twitter.com/zV7vRMR9bd
Robles ha intentado justificar su decisión alegando que considera que "los actos civiles no son el lugar" de las Fuerzas Armadas. "Pasar revista con un pasodoble en un acto militar quizá no sea lo más recomendable", ha expresado a continuación. El argumentario de la titular de Defensa es peregrino por sí solo, pero la cuestión es que esto es la punta del iceberg de la caída de la ministra mejor valorada del sanchismo.
Ahora vayamos al principio: es ministra de Defensa desde el 2018, entre noviembre de 2019 y enero del 2020 tambien fue ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, fue la primera mujer en presidir una sala de lo contencioso-administrativo en España, la primera en presidir una audiencia, y la tercera en llegar al Tribunal Supremo. Ha sido secretaria de Estado de Interior y subsecretaria de Justicia con Felipe González y también vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Durante su etapa como secretaria de Estado del Interior, Robles impulsó la investigación del secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, además de retirar los fondos de la guerra sucia del GAL para José Amedo y Michel Domínguez, y ordenar la busca y captura de Luis Roldán.
Toda su carrera la posicionó como uno de los mejores activos del Gobierno Sánchez, pero esa propia histeria característica del sanchismo ha podido con ella.
Insistimos, lo de Ayuso es sólo la última de Robles, pero lleva unos meses en los que va acelerando su destrucción. Quizás el principio más palpable lo encontramos en sus declaraciones en Valencia acerca de que el Ejército no está para todo, que algún brillante malvado mezcló con aquella en la que Margarita Robles aseguraba que enviaría ayuda militar al terremoto que sufrió Marruecos. Luego llegó el nuevo vídeo donde, como si hubiera perdido la razón, se ensaña con las víctimas de Valencia, a voz en grito.
Desde entonces, la situación de Robles no ha mejorado, más bien, al contrario. En el exterior la cosa no le va mucho mejor, quizás fueron sus declaraciones de hace un año cuando aseguró que era Israel el que había violado el derecho internacional en Gaza, pero la realidad es que en Moncloa la han apartado en las negociaciones con la OTAN, el rearme de España y los temas vinculados con la guerra de Ucrania, y en su lugar, Sánchez ha posicionado al ministro de Exteriores, José Manuel Albares. Que digo yo que ante un rearme, un aumento del presupuesto de Defensa y las guerras del mundo, algo tendrá que decir la titular de Defensa.
A Robles se le nota nerviosa, sólo hay que recordar cómo la pasada semana perdía los nervios en el Senado ante el senador del PP Luis Santamaría Ruiz, amenazándolo con una querella por una pregunta donde el político cuestionaba la relación de los contratos del ministerio con los del caso Koldo.
Se cuentan con los dedos de una mano los ministros de Sánchez que piensan por sí sólos y no repiten como borregos las consignas que dictan en Moncloa. Ahora esa mano ha perdido un dedo, y Margarita, su prestigio.