Ya hemos dicho varias veces en estas pantallas que el problema de Begoña Gómez es su afán de protagonismo. Y el problema de Moncloa desde que surgió el escándalo es que la esposa del presidente se encuentra psicológicamente paralizada por el caso que es un no-caso y no atendía a las peticiones de su equipo de comunicación y propaganda, el más grande del país, para que reapareciera en público. 

Por fin lo consiguieron: lo hizo el pasado martes. Sólo que lo hizo para pedir a las ONGs que sean transparentes. Precisamente ella, hablando de ONG; precisamente ella, pidiendo transparencia.

Dime de qué acusas y te diré de que adoleces. Pero el Sanchismo ha llevado el viejo proverbio hasta la náusea: exige al prójimo que no pequen allá donde ellos han cometido sacrilegio.