Uno se lee las 110 páginas del segundo informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre el caso Begoña Gómez y se pregunta cómo pueden concluir tres ministros, un portavoz parlamentario y el elemento más importante del gobierno Sánchez, la tele pública RTVE, que la policía, por segunda vez, no ha encontrado indicios de delitos en la actuación de Begoña Sánchez, demostración definitiva, al parecer, de que "no hay nada de nada".

El ministro Marlaska, como siempre, es el que más se ha pasado y mejor ha mentido. Se ha inventado una teoría jurídica según la cual la investigación prospectiva es ilegal. En primer lugar, prospectivo no significa otra cosa que lo que se refiere al futuro, y aquí hablamos del pasado, y qué pasado- de doña Begoña. Ya se ve que, cuál es el respeto del juez Marlaska hacia su colega Peinado

Pues miren ustedes, la UCO no dice en su segundo informe, como no lo dijo en el primero, que no halle indicios de delito que acusen a Begoña Gómez. Entre otras cosas porque ese es papel del juez y del fiscal, no el de la policía, y, les puedo asegurar que, en el presente caso, la Fiscalía se dedica a otra cosa, y en cualquier caso, la función de la policía es relatar datos y hechos, no juzgar. Del fiscal las acusaciones y del juez las sentencias.

Además, la UCO se dedica a analizar tan sólo el primer apartado de los cuatro que, por el momento, componen el caso Begoña: sus recomendaciones al conseguidor Juan Carlos Barrabés, quien le apoyaba en su filantrópica tarea, al tiempo que doña Begoña le recomendaba para conseguir contratos públicos.

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Y el informe, el que demuestra taxativamente, según el Gobierno, que no hay nada de nada, no concluye, en efecto, nada: se limita a describir los concursos sobre los que el juez les ha solicitado información.

Segunda parte: la famosa cátedra de la Complutense. Ni tenía méritos para acceder a ella ni tenía por qué haberse creado un máster específicamente para ella. Por no hablar de la prepotencia de llamar a La Moncloa al rector de la Complutense y, como por ensalmo, 'convencerle', más bien forzarle, para poner en marcha la carrera de doña Begoña en una universidad pública, la colocación de material de software a su propio nombre, etc, etc, etc. El afán de protagonismo de esta mujer desborda cualquier cauce.

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Tercero: el caso Air Europa, en mi opinión un caso de trafico de influencias de libro. Sí, ya hemos dicho que el tráfico de influencias es el delito más difícil de demostrar pero uno de los más fáciles de mostrar. Porque me quieren decir ustedes que una empresa que patrocina a la esposa del presidente y luego es salvada por el Gobierno del presidente, no tiene delito... Delito no lo sé pero pecado... ¡y muy gordo! Por mucho menos de eso han dimitido presidentes en Europa.

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Por último, África, del que se sospecha mucho, casi todo, pero en el que, por el momento, no se ha avanzado nada. La verdad es que bastaría con hablar con Diego del Alcázar Silvela, marqués de la Romana y Grande de España, fundador del Instituto de Empresa y expresidente de Vocento, para sacar conclusiones. Pero de humedades hablaremos luego.

Lo dicho: no hay nada de nada en el cazo: todo se ha desbordado.

Si a todo esto le unen el numerito del pasado día 5, con los juzgados tomados por un ejército de policías y el miedo, más bien pánico, de Moncloa a que declare la esposa del presidente, tenemos un desesperado intento de que la señora Begoña Gómez no sólo no sea culpable sino que, además, resulte inimputable.

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