Aunque los medios pro-Sánchez tratan de poner sordina a las últimas declaraciones del caso Begoña Gómez, con el bluf del viaje del presidente del Gobierno a Mauritania, Gambia y Senegal, y aunque el exmisitro Antonio Camacho, abogado de Gómez, ni se dignara acudir al juzgado para escuchar a los cuatro testigos que declararon el pasado lunes 26, en Plaza de Castilla... lo cierto es que dichas declaraciones han resultado relevantes.

Es más, el olímpico desprecio de Antonio Camacho al juez Peinado probablemente demuestre un error jurídico de primer orden. Si la Audiencia repele las querellas presentadas contra el juez por Pedro Sánchez y por Begoña Gómez, es posible que Camacho se arrepienta de despreciar el caso siendo el abogado de la acusada.

Importante aportación del CEO de Reale, Ignacio Mariscal: sale a escena el conseguidor de patrocinios, David Sanza, amigo personal de Sánchez, lo que muestra la implicación directa del presidente en los negocios de su esposa

En cualquier caso, los declarantes del lunes fueron Leticia Lauffer, exdirectora de Wakalua, del grupo Globalia, que siempre ha defendido a sus exjefes, luego diremos por qué; el CEO del grupo Barrabés (quien sigue siendo consejero del Grupo Santander), Luis Miguel Ciprés, y los representantes de dos patrocinadores del máster en la Universidad Complutense de doña Begoña: Caixabank y Seguros Reale.

Empezando por el final, por lo más actual, las declaraciones han servido para que el juez Peinado se replantee entrar a saco en el capítulo Globalia-Air Europa.

Ya lo había hecho, pero no de forma abierta, cuando la Audiencia reclamó a Javier Hidalgo como testigo en el caso Koldo, paralelo al de Begoña Gomez.

Ahora, lo que se plantea Peinado es llamar a declarar a Javier Hidalgo, hijo de Juan José Hidalgo (Pepe Aviones), propietario de Air Europa y CEO de la matriz Globalia. Eso daría un salto importante en la investigación dada la relación entre Hidalgo y Gómez y su ubicación en el sumario.

Lo que ha perdido a Begoña Gómez es su vanidad, su afán de protagonismo. No se ha resignado a ser la esposa del presidente. Quiso jugar un papel de filántropo pero sus motivos eran espurios y sus méritos, ajenos

Verán: a la espera de que se investigue Africa Center, donde Diego del Alcázar, marqués de la Morena y grande de España, mantuvo una actitud interesadamente humilde ante su Señoría y con ello salvó el asunto Africa Center, el primer cargo relevante que se concedió a una persona sin méritos para ello, como es Begoña Gómez. Pues bien, digo que Globalia se perfila, por el momento, como el capítulo más importante del sumario Gómez: una empresa que patrocina a la esposa del presidente del Gobierno es salvada del abismo por el presidente del Gobierno con dinero público.

Tráfico de influencias de libro pero, como ya hemos dicho, el tráfico de influencias es el delito más difícil de demostrar y el más fácil de mostrar.

En este sentido, decir que Leticia Lauffer, ex de Globalia, es probablemente la mejor defensora de Begoña Gómez, y perdió la compostura y salió hecha una hidra, cuando la abogada de Vox, Marta Castro, le citó el nombre de su esposo, Juan Arrizabalaga, que, casualmente, también trabajaba en Globalia durante el periodo de autos.

Lauffer se revolvió y dijo que no tenía por qué responder a esas preguntas sobre su pareja. Tuvo que intervenir el juez Peinado para decirle que la pregunta era pertinente por lo antes reseñado: que su marido no es un desconocido, era un directivo de Globalia-Air Europa, como ella lo fue.

Insisto: el capitulo Air Europa resulta fundamental y el juez Peinado, que hasta ahora no ha querido entrar en él sino de forma tangencial, pondera ahora la posibilidad de pasarlo a primer plano, por delante de los presuntos apoyos de Gómez a Barrabés o de las chapuzas del máster de la Complutense y de la presuntísima apropiación de aplicaciones informáticas.

Sánchez considera que todo lo que le rodea debe ser inmaculado. Por eso está empeñado en que su esposa no caiga, sería como derribarle a él

Ahora bien, para mí el testimonio más relevante fue el del CEO de Seguros Reale, Ignacio Mariscal. No por su importancia jurídica sino porque dibujó de forma nítida el significado del caso. Mariscal describió cómo Begoña Gómez le pide el patrocinio para un máster en la Complutense que todavía no había sido aprobado por dicha universidad, con la promesa de que ya era un hecho... y en verdad lo fue.

No sólo eso, asegura que quien le invitó a recibir a la esposa del presidente y sobre todo a que Reale patrocinara el evento fue David Sanza, amigo personal de Sánchez y visitante de La Mareta, el palacete de Lanzarote, de propiedad pública, que Sánchez y su familia utiliza para sus vacaciones privadas... lo que muestra la implicación directa del presidente en los negocios de su esposa.

Para entendernos: lo que ha perdido a Begoña Gómez es su vanidad, su afán de protagonismo. No se ha resignado a ser la esposa del presidente. Quiso jugar un papel de filántropo pero sus motivos eran espurios y sus méritos, ajenos.

Además, Sánchez considera que todo lo que le rodea debe ser inmaculado. Por eso está empeñado en que su esposa no caiga, sería como derribarle a él. Y tengan en cuenta que es un hombre enamorado.

En cualquier caso, la entrada en el sumario de Javier Hidalgo puede dar un vuelco al caso de Begoña Gómez, y no precisamente a favor de la esposa del presidente, ahora mismo, es lo que más se teme en Moncloa y lo que más teme el ausente Antonio Camacho.