Caso Errejón: el problema es que la mujer es más humilde que el hombre y el feminismo está empeñado, es más, tiene su razón de ser, en hacer a la mujer tan soberbia como el varón
El caso Errejón, tan cochino el prócer podemita -perdón, sumarita- como exageradísimas las críticas contra él vertidas en nombre del feminismo, da pie a hablar, no de los derechos de la mujer, asunto un tanto cansino, sino de la misma naturaleza femenina, que es mucho más importante.
Del caso Errejón podemos sacar pocas conclusiones pero muchas lecciones. Por ejemplo, que la mujer es más humilde que el hombre. Pero el problema es que la mujer es más humilde que el hombre y el feminismo está empeñado, es más, tiene su razón de ser, en hacer a la mujer tan soberbia como el varón. Estas confunden empoderarse con ensoberbecerse.
Una mujer es un cúmulo de defectos visibles y audibles pero con una gran virtud: la humildad. Y así, el alma femenina es ‘superior’ a la masculina, pues ésta tiende inexorablemente a la soberbia
El feminismo tiende a la igualdad entre sexos, ciertamente: tiende a que la mujer sea tan orgullosa como el varón, a que pierda su virtud más grandiosa, la humildad, y, con ella, toda su pujanza.
Una mujer es un cúmulo de defectos visibles y audibles pero con una gran virtud: la humildad. Y así, el alma femenina es ‘superior’ a la masculina, pues ésta última tiende inexorablemente a la soberbia.
Así, el ser humano ideal tendría todas las virtudes del varón y la humildad decisiva de la mujer. Todavía no he encontrado a ninguno pero no pierdo la esperanza.
El ser humano ideal tendría todas las virtudes del varón y la humildad decisiva de la mujer. Todavía no he encontrado a ninguno pero no pierdo la esperanza
De la humildad femenina viene su amor por la verdad, su capacidad de perseverancia y de fidelidad, la valentía de oponer resistencia a la fuerza, la concepción de que a la verdad no se llega por la razón sino por la caridad y lo más importante: que hay que ahogar el mal en abundancia de bien. El mal no se destruye, se entierra.
Ahora van juzgar a Errejón. Injustamente, no porque don Íñigo no se merezca un buen soplamocos sino porque se le va a juzgar según criterios injustos.