Hay algo que une a partidos tan dispares como PSOE, Sumar, ERC, Junts, Bildu y PNV: su odio a Cristo
El paripé prosigue, imparable. Pere Aragonés, presidente de la Generalitat, de ERC, asegura que “las conversaciones serán complejas y largas”. ¿A qué no?
El PNV -los vascos son más traidores que los catalanes pero también más sinceros- aseguran que, aunque ya han recibido la primera llamada, todavía queda mucho para que sus votos apoyen la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. ¿A que no?
El más cómico ha resultado Carles Puigdemont, de Junts, tras su apoyo a Francina Armengol como presidente del Congreso: “La realidad no es como creían”. ¿En serio?
¿Se trata, entonces, de un proceso sin sentido? No, el objetivo último es lo único que une a partidos tan dispares como PSOE, Podemos, Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV, etc. Su odio a Cristo
Rufián, como su mismo nombre indica, exige una línea roja: una ley de amnistía. Pues habrá ley de amnistía, no lo duden, aunque naturalmente le darán otro nombre y, probablemente, otra naturaleza jurídica.
Además, los separatistas, tanto vascos como catalanes, no quieren más independencia porque saben que eso es imposible: lo que quieren es chulearse y hacer el mayor daño posible a la odiada España. Y con Sánchez lo están consiguiendo.
Pero el espectáculo debe continuar: ‘Puchi’ y Rufián aseguran que las conversaciones para investir a Sánchez serán durísimas y lo mismo PNV y Bildu. ¿A que no?
El paripé prosigue: lo cierto es que el pacto con ERC y Junts para investir a Sánchez ya está firmado desde el 24 de julio. Pero el espectáculo debe continuar.
Sánchez le entregará España a los que en Hispanidad hemos llamado los orcos de Mordor: ERC, Junts, Podemos, Bildu y PNV... con tal de seguir siendo presidente de un gobierno socio-comunista.
Ahora bien, ¿se trata, entonces, de un proceso sin sentido? No, hay algo que une a partidos tan dispares como PSOE, Podemos, Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV... y la cristofobia constituye una poderosa arma política. Su odio a Cristo. La descristianización.