
SM Juan Carlos I, que lleva en Abu Dabi más de cuatro años, ha roto la baraja. El monarca considera que ya ha sido vejado lo suficiente en su propio país y ya piensa más en vengarse y en reverdecer su figura, los años que le queden de vida, que en volver a ser aceptado en España.
Empezó con su demanda contra Miguel Ángel Revilla, antiguo amigo que considera le ha traicionado. Y en parte tiene razón: Revilla es un bocazas que pasó de ser uno de los habituales del Palacio de La Zarzuela ha insusltar al Rey un día sí y otro también.
Ahora el monarca toma una segunda decisión que es querellarse contra Corinna Larsen, su alteza serenísima, es decir, su antigua amante, que luego le reclamaba dinero. A Corinna le venció en los tribunales, pero no está dispuesto a que el asunto quede ahí.
Y aún va a más. Según fuentes cercanas al monarca, Juan Carlos I estaría dispuesto a proceder judicialmente contra el mismísimo Pedro Sánchez. Considera que fue el actual presidente del Gobierno quien abrió la veda con sus elegantísimas peticiones de que el monarca ofreciera explicaciones. Recuerden que durante todo su reinado, Juan Carlos I se preocupó, ante todo, de mantener las mejores relaciones posibles con el PSOE, en su convicción, no sabemos si certera o no, de que la derecha siempre se alía con la monarquía, pero la izquierda siente querencia hacia la república. En esa senda, recuerden que Juan Carlos I pactó con el entonces líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, su abdicación en su hijo Felipe VI, para que el traspaso de poderes fuera aprobado por unanimidad, es decir, por el PSOE, y que le preparara una salida honrosa para él y una entrada igualmente honrosa para su sucesor. Ahora bien, Sánchez no cumplió lo primero ni lo segundo, ha hecho crecer las acusaciones contra el padre y le ha utilizado para amenazar a su hijo con la Tercera República.
Eso sí, la ruptura más importante es con su propio hijo Felipe. La verdad es que la actitud del actual Rey hacia su padre no solo ha sido distante sino incluso, en algunos momentos, inequívocamente agresiva. Recuerden lo que le costó que pudiera regresar a su país para unas simples vacaciones, así como su alejamiento forzado de la actual Familia Real y de todos los actos que afectaban a la dinastía, por ejemplo, la jura de la constitucion por parte de la fuura Reina, la princesa Leonor.
Así que Juan Carlos I ha roto con su hijo y ha roto con España. Volverá a ver a sus amigos, pero ha puesto en duda hasta el propio plan de que cuando esté en su lecho de muerte sea trasladado a España para que no se diga que el hombre que trajo la democracia muera, poco menos que apestado, en un emirato del Golfo Pérsico.