Menos mal que Salvador Illa ha resucitado el humanismo cristiano. Yo ya empezaba a estar preocupado. Verán: lo del humanismo cristiano es una coña marinera inventada por la democracia cristiana del periodo de entreguerras, para justificar la venda antes que la herida, en este caso todas las cesiones que le llevarían a vulnerar sus principio fundacionales, o sea a Cristo, para mantenerse el poder. Ya saben: moderación y mediocridad empiezan por la misma letra y cuando renuncias a la radicalidad de la verdad acabas en el radicalismo violento.

Así, con el humanismo cristiano por bandera, la democracia cristiana se convirtió en el actual Partido Popular Europeo (PPE), de Ursula von der Leyen, que ha marginado definitivamente a Cristo en Europa y que está regido por ateazos-humanistas, que no creen en Cristo y, por tanto, no pueden creer en el hombre. Vamos que, como todo agnóstico, empiezan no creyendo en Dios y acaban por no creer en el hombre.

Se veía venir porque, naturalmente, humanismo cristiano es una contradicción ‘in terminis’: en tal caso, debería llamarse cristianismo humano. Verán: o se vive pendiente de Cristo o se vive pendiente del hombre. La expresión humanismo cristiano sólo tiene sentido como fórmula de evangelización para introducir a Cristo en la sociedad. Pero eso nunca fue así.

Ahora mismo, ese fraude que es Salvador Illa -ya lo fue como ministro de Sanidad durante la pandemia del Covid-, para justificar todas las tropelías que los separatistas le exigen para aceptarle como ‘president’, necesita aludir al humanismo cristiano, convertido ya en un falso grito de moderación. 

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¿Exagero al hablar de las tropelías que prepara el fraudulento Illa? Les aseguro que no. De entrada, Illa destierra el idioma español de Cataluña al aceptar todas las condiciones de ERC para que la vida catalana se desarrolle alrededor del catalán y marginando al español, sobre todo en la enseñanza. Illa ha aceptado de ERC que los niños catalanes crezcan sin aprender a hablar correctamente el español y mucho menos escribirlo. 

Illa ha aceptado lo que el PSOE lleva lustros diciendo que resulta inaceptable: una diplomacia catalana propia, al margen del Ministerio de Exteriores. Otra deriva lógica: la aceptación por parte de Pedro Sánchez de un Estado plurinacional, cuando lo cierto es que España sólo tiene una nación: España.

Lo más explicitado: el fraude Illa ratifica el egoísmo nacionalista respecto al resto de los españoles. Contamos con un Alfonso Guerra que ha recuperado la lucidez y ha calificado el sistema de financiación especial de Cataluña como un “latrocinio”. Y en verdad lo es, porque el concierto rompe la solidaridad entre españoles ricos y españoles pobres. ¿Al igual que el concierto vasco o navarro? Exactamente igual. 

La financiación especial de Cataluña condena a las autonomías más pobres -pongamos Canarias o Extremadura- y obliga a las más ricas que Cataluña, por ejemplo a Madrid, a ser aún más solidarias con las pobres de lo que ahora es la capital. Solidarias a la fuerza, claro está. El actual sistema de financiación autonómica no es injusto: simplemente, en aquellas regiones donde hay más ricos se paga más que en aquellas regiones donde hay más pobres, porque los ricos pagan más impuestos que los pobres. ¿O pretenden que sea al revés? 

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Todos estos maravillosos fraudes de don Salvador parten de una idea central, asimismo falsa: el Estado plurinacional, en un país con una sola nación, llamada España. Así, vuelve José Luis Trapero, ahora renacido del anonimato como Josep Lluís Trapero, quien es probable que recupere su cargo como jefe de los Mossos d’Esquadra, la policía autonómica catalana. Aunque en la primera reunión del nuevo Govern no se ha tomado dicha decisión… y se ha postergado, el primer evento de Illa como president ha sido visitar a los Mossos... para mostrarles su apoyo.

Sin forzar mucho la memoria, recuerdo que Trapero fue el responsable de la pésima conducción del atentado islámico de agosto de 2017, del que este fin de semana se conmemora el séptimo aniversario. Trapero no vigiló a la peligrosa inmigración musulmana, que es más fuerte en Cataluña que en cualquier otro lugar de España. No solo eso, sino que, para justificar su fracaso, filtró que no le habían ayudado lo suficiente la Policía Nacional y la Guardia Civil. 

También mintió cuando fue juzgado por el procés. Trapero fue el mismo que, para librarse judicialmente del procés, donde fue juzgado, aseguró que estaba dispuesto a detener a Puigdemont pero que, casualmente, no recibió la orden judicial pertinente. Fue el mismo embustero que alentaba una policía autonómica que decía obedecer, al mismo tiempo, a los jueces y a sus jefes indepes… cuando sabía que ambas cosas son incompatibles: el separatismo acaba chocando con la ley y por lo tanto acaba chocando con los jueces. Es de cajón. 

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Trapero siempre quiso ponerle una vela a San Miguel y otra al diablo. Pues bien, ese es el hombre al que el ‘moderado’ (así será que tiene cara de aburrido) Salvador Illa -la madre que le peinó- se convierte ahora en el mandatario que logrará la concordia en Cataluña

¡Y el que quiera aprender que vaya a Salamanca!