George Soros, de 92 años de edad, ha decidido entregar el testigo de su imperio -unos 25.000 millones de dólares- a su hijo pequeño Alex, de 37. Así lo declara este en una entrevista publicada este fin de semana en The Wall Street Journal. Tranquilos, aunque haya sido así, que lo dudamos -George es de los que no cede nada nunca-, lo más probable es que ni Alex ni nadie en la órbita de la Open Society Foundations tomará ninguna decisión de calado sin el visto bueno del patriarca.

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A efectos prácticos, en cualquier caso, el supuesto relevo tiene una consecuencia importante, al menos en lo que a Pedro Sánchez se refiere. El presidente del Gobierno mantiene una gran amistad con Alex, algo que no tiene con ninguno de los otros hijos del magnate. Traducido, seguirá siendo un instrumento de Soros, solo que a partir de ahora lo será de una manera más intensa, incluso si abandona La Moncloa tras el 23-J, como auguran todos los sondeos. Habrá que ver cuánto tarda Sánchez en visitar a esa familia tan entrañable si finalmente deja la Presidencia y, por qué no, cuánto tarda en asumir algún cargo dentro de la galaxia Soros. Recuerden que George fue uno de los primeros, sino el primero, en visitar La Moncloa tras la moción de censura y que Alex fue el encargado de poner en contacto a Sánchez con los bancos de inversión durante el viaje del presidente a Nueva York, en julio de 2021.

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De la entrevista se puede extraer que Alex no sólo heredará la gestión de la OSF, sino también el título de peor ciudadano del mundo, cuando George fallezca, claro está. Y es que el menor de los Soros pretende ampliar aún más el aborto como derecho y la ideología de género en el mundo, para lo que destina unos 1.500 millones de dólares cada año.

Por cierto, Alex aseguró que tiene un perfil más político que su padre. ¿Más todavía?

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