La noticia saltaba durante la mañana de este miércoles: Teresa Ribera será la candidata del PSOE a las elecciones europeas del 9 de junio. Ahora bien, a la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico no le basta con ser eurodiputada. Ella ambiciona ser comisaria.

Ese es el origen de su reticencia para liderar la lista socialista del 9-J. Recuerden como pocos días después de afirmar que estaba a disposición del partido, aseguró que eso de marcharse a Europa habría que verlo, porque tenía muchas cosas pendientes en España.

¿Se puede ser más caradura? Además, el pacto deja en evidencia el poco respeto de Ribera -y del propio Sánchez- a sus votantes, a los que oculta que no les representará en Bruselas salvo que sea elevada a comisaria. Ser eurodiputada es poco digno para ella

Al final, Ribera se ha salido con la suya y ha pactado con Sánchez ser la número uno de la lista, pero no firmará el acta de eurodiputada -aunque salga elegida- si no es nombrada comisaria, y volverá al Gobierno. ¿Se puede ser más caradura? Además, el pacto deja en evidencia el poco respeto de Ribera -y del propio Sánchez- a sus votantes, a los que oculta que no les representará en Bruselas salvo que sea elevada a comisaria. Ser eurodiputada es poco digno para ella.

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El caso es que Ribera podría lograrlo ya que, aunque le sorprenda a más de uno, tiene prestigio en la UE, como explicó de manera exhaustiva Cristina Martín en estas mismas pantallas, lo que nos lleva a una segunda reflexión: la crisis actual de la Comisión Europea, pero esa es otra historia.

Lo cierto es que Ribera tiene prestigio y ser comisaria no depende del resultado de las elecciones. Va por cuota y a España le corresponde un asiento que actualmente ocupa Josep Borrell como alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

Por eso, en su tuit, Ribera le menciona: 

Borrell

Por supuesto, Ribera seguirá como vicepresidenta del Gobierno hasta que no le quede más remedio que renunciar, y siempre con el billete de vuelta abierto, por si acaso.

Lo que han surgido nada más publicarse la candidatura han sido los candidatos a sustituir a Ribera. El primero, un tal Mariano Bacigalupo, esposo de Ribera. Sí, han leído bien y sólo la posibilidad de que sea él quien ocupe la vacante de su esposa implica un nepotismo sin precedentes en España, en Europa y probablemente en toda la OCDE. Pero esa es una de las características del Sanchismo: la impunidad y la desvergüenza con la que actúa. Y no olviden que actualmente Bacigalupo es consejero en la CNMV, cargo al que se incorporó tras haber sido consejero de la CNMC. De regulador de la Competencia al regulador bursátil... y quién sabe si después a un Ministerio. 

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Otros candidatos son Hugo Morán, actual secretario de Estado de Medio Ambiente y del PSOE de toda la vida, y Sara Aagesen, actual secretaria de Estado de Energía. El listado lo cierra Manuel de la Rocha, responsable de la Oficina Económica de Moncloa, con rango de secretario de Estado desde noviembre de 2023, y persona de la máxima confianza de Sánchez. Es, probablemente, la persona del Gobierno que más sabe de economía y en la que más se apoya el presidente.

Sea como fuere, la noticia es el pacto entre la ambiciosa Ribera y Sánchez: yo encabezo la lista del PSOE el 9-J pero si no soy comisaria, vuelvo a ser vicepresidenta. Y los votantes, que se aguanten.