El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, vendió ayer en Nuakchot, capital de la república islámica de Mauritania. Es decir, vendió las bondades de la inmigración, es decir, vendió el gallinero en la guarida de la zorra.

Para entendernos, no es que al Nuevo Orden Mundial (NOM), del cual Sánchez es un fiel sirviente, le guste el islam. Demasiado vulgar para el NOM. Lo que quiere es destruir la civilización cristiana a través de la multiculturalidad y con ropajes de solidaridad. Y Sánchez, uno de los mejores peones del actual Nuevo Orden Mundial, en su versión de política de progresismo izquierdista, se aplica a ello.

El Sanchismo constituye el aparato de propaganda mejor afinado de todo Occidente: Alegría, López y Sánchez aseguran lo mismo, con las mismas palabras y al mismo tiempo: quien se oponga a la llegada masiva de ilegales es un ultra, la causa del actual aluvión es la guerra de Mali y los inmigrantes pagarán nuestras pensiones

El presidente del Gobierno está viajando por Mauritania, Gambia y Senegal, tres ejemplos de perversión del Nuevo Orden Mundial en África y tres ejemplos de islamización forzosa en el continente negro.

Durante su primera parada, en Nuakchot, junto al peligroso presidente de Mauritania, Mohamed Ould Cheikh Mohamed Ahmed Ould Ghazouani, (nada menos), Ghazouani para los amigos, nuestro presdiente definió la inmigración como "una necesidad que implica ciertos problemas". Una frase para recordar. Es decir, Sánchez vendió multiculturalidad en Mauritania, república islámica, donde rige la Sharia de forma oficiosa, y cada día más oficial, que no me digan ustedes que no es osadía.

La multiculturalidad no es sino la nueva arma del Nuevo Orden Mundial (NOM) para terminar con Europa y América, es decir, con los dos focos de la cristiandad occidental. El objetivo final sigue siendo la Iglesia de Roma

Vendió Sánchez las bondades de la inmigración ante el miserable presidente de una República Islámica que utiliza a los negros como balas humanas contra España. Según la técnica habitual, el presidente ofreció dinero a cambio de que la avalancha de los africanos que buscan, entre otras cosas, huir del opresivo islam, sea más gradual, menos visible, en los puertos de Canarias.

La cosa tiene su lógica porque Sánchez, sabe que sí existe una relación -no podría no existir- entre inmigración y delincuencia y que si se pasa con las llegadas masivas, no le votarán ni los afiliados al PSOE, que aún no carecen de sentido común. Por tanto, lo que está ofreciendo a Ghazouani es lo de siempre: dinero a cambio de que me contengas las llegadas. Mauritania, como el resto de gobiernos-mafia, del oeste de África, que son quienes dirigen las bandas de traficantes de seres humanos desde sus palacios presidenciales, les dijo que sí, al dinero y, durante un periodo corto de tiempo, dejará de enviar más cayucos a Canarias o, por lo menos, mandará menos.

En el entretanto, Marruecos continúa violando la frontera española en Ceuta mientas las ONG, colaboradoras con el esclavismo migratorio, exigen explicaciones por la actuación de la lancha de la Guardia Civil en Melilla. Coalición Canaria, los socios del PP y el pepero ceutí, Vivas, insisten en que no hay que impedir la llegada de inmigrantes sino repartirlos por las 17 comunidades autónomas

Ahora tocan Senegal y Gambia, otros dos países-mafia. Entendámonos: tanto en Marruecos como en los países que ahora visita Sánchez, los que dirigen la inmigración irregular son los propios Gobiernos. Sánchez lo sabe pero colabora en ello. Es la gran estafa de la solidaridad migratoria.

No olvidemos que el Sanchismo constituye el aparato de propaganda mejor afinado de Occidente: Pilar Alegría, Patxi López y Pedro Sánchez dicen lo mismo, con las mismas palabras y al mismo tiempo: quien se oponga a la llegada masiva de ilegales es un ultra, la causa del actual aluvión es la guerra de Mali y los inmigrantes pagarán nuestras pensiones.

Es decir, tres mentiras. Si te opones a Sánchez eres un ultra y el PP está siguiendo el camino de Vox -¡Ójala!-. Esa mentira es tan burda que no necesita refutación pero el espantajo ultra ha calado u sigue calando en buena parte de la sociedad española actual.

La Guerra de Mali es una guerra terrorista donde Occidente recula ante el avance islamista hacia el centro y sur de África. Para el moro, el negro siempre ha sido materia prima a la que tiranizar. En el pasado, con sus mercados de esclavos. Ahora cobrándoles por llegar a Canarias en patera y prepararles el camino para la invasión musulmana de Europa occidental. Invasión civil, claro está que las militares casi nunca le salen bien a los musulmanes.

Por lo demás, la multiculturalidad no es sino el nuevo arma del NOM para terminar con Europa y América, es decir, con los dos focos de la cristiandad occidental. El objetivo sigue siendo Roma, la Iglesia de Roma, y los cristianos no hacemos mucho por evitarlo, a pesar de los "pequeños problemas" de seguridad que origina y que, naturalmente, Pedro Sánchez jamás sufrirá en Moncloa.

La multiculturalidad se vende como diversidiad pero tan sólo consiste en desarraigar a los pobres. La emigraciòn, por sí misma, es mala: provoca el desenraizamiento de la persona, le arrebatas su origen y sus raíces. De hecho, la primera política migratoria consiste en ayudar a los paises pobres en su propio territorio, que no tengan que emigrar y mucho menos jugándose la vida.

En el entretanto, Marruecos continúa violando la frontera española en Ceuta mientas las ONG, colaboradoras con el esclavismo migratorio, exigen explicaciones por la actuación de la lancha de la Guardia Civil en Melilla. Coalición Canaria, los socios del PP y el pepero ceutí, Vivas, insisten en que no hay que impedir la llegada de inmigrantes sino repartirlos por las 17 comunidades autónomas

En el entretanto, Marruecos continúa violando la frontera española en Ceuta mientras las ONG, colaboradoras con la trampa-estafa, exigen explicaciones por la actuación de la lancha de la Guardia Civil en Melilla (ya saben, cuando detuvieron a lo bestia a una lancha de migrantes desheredados de la fortuna, quienes ahora, qué cosas, disponen hasta de lanchas rápidas).

Al tiempo, los socios del PP en Canarias y el pepero de Ceuta, Juan Jesús Vivas (¡Qué personaje, Miquelarena!), insisten en que no hay que impedir la llegada de inmigrantes sino repartirlos por las 17 comunidades autónomas: seamos solidarios.

Enfrente, Italia nos enseña el camino: Meloni ha reducido la inmigración ilegal deteniendo los barcos de las ONG que colaboran con la ilegalidad, al tiempo que deporta inmigrantes ilegales y exige -a cambio de dinero europeo, no sólo italiano- a países como Libia o Túnez retengan a las mafia en su territorio. Y quien llegue a Italia, que respete a los italianos y a las italianas... o que se queda en su casa. La inmigración irregular en Italia ha caído en un 70%, menos de lo que sube en la España de Sánchez.