Irene repite su muletilla del 'sí es sí': todo vale mientras exista libre consentimiento del niño… que no posee capacidad para otorgarlo. Es igual, doña Irene se encarga de decidir que sí lo tiene y se queda tan ancha
Ni se sorprendan ni se asombren, porque resulta que es verdad: ya hemos dicho muchas veces que, una vez que la pederastia ya no pueda ser utilizada contra la Iglesia, mediante esa nauseabunda exageración del alcance de la pedofilia clerical (sí, la pedofilia clerical resulta especialmente repugnante pero es mínima en cantidad, considerada con la pederastia laical) el progresismo imperante en el mundo, a través de su mejor ariete, la ONU, presentará en sociedad su nuevo paradigma: la legalización de las relaciones sexuales en la infancia, la legalización de la pederastia.
Sí, contemplen este vídeo y verán que la ministra de Igualdad, en sede parlamentaria, ha abierto la puerta de la legalización de la pederastia, bajo el curioso manto de la “educación sexual” que ha convertido en obligatorio. Contra ello, contra la perversión de la infancia decretada por el Sanchismo depredador, lo único que cabe es negarse y enfrentar pena de cárcel: Irene Montero abre la puerta a la legalización de la pederastia.
En su chifladura, la ministra asegura que los niños -y las niñas y niñes- tienen derecho a mantener relaciones sexuales con quien quieran, eso sí, con libre consentimiento. Es decir que la pederastia no sólo es una aberración; ahora es un derecho.
Señor Sánchez: su ministra de Igualdad está defendiendo la pederastia: ¿hay alguien ahí?
Pero no sorprenden las majaderías de una pobre ignorante como Irene Montero. De una majadera sólo pueden esperarse majaderías. Lo que sorprende es que nadie en la correspondiente comisión del Congreso le respondiera con el argumento de fondo de toda su habladuría en defensa de la pederastia. Los niños no son libres -por eso les eximimos, por ejemplo, de responsabilidad penal- hasta que no son plenamente responsables de sus actos. En las cosas buenas, para que disfruten del bien, por ejemplo de la Sagrada Comunión, decimos que ya poseen uso de razón. En las malas, por ejemplo entrar en prisión, les eximimos de la responsabilidad de sus actos precisamente porque su capacidad de raciocinio no ha alcanzado la edad adulta. Si no hay raciocinio, no hay libertad, si no hay libertad no hay responsabilidad, si no hay responsabilidad sólo se poseen derechos vicarios (no hay derecho sin deber), salvo el derecho a proteger a los niños de su propia incapacidad racional. Cuando sean adultos ya se les otorgarán derechos y se les asignarán los deberes y responsabilidades que conllevan.
Por tanto, doña Irene, un niño no tiene derecho alguno a mantener relaciones sexuales porque es incapaz de valorar ni de asumir las consecuencias de mantener relaciones sexuales, sean consentidas o no. Es más, cuando hablamos de pederastia, más que de forzar a un niño a hacer lo que no quiere -que ya sería bastante para castigar al adulto- hablamos de forzar a un niño a lo que no puede entender, destruyendo su inocencia y comprometiendo toda su vida futura.
Pero mientras nadie explique a esta majadera que tenemos por ministro algo tan simple, ella seguirá clamando por el derecho de los niños, niñas y niñes a mantener relaciones sexuales. Y no lo duden: en cuanto la pederastia ya no sirva para atacar a los curas y para justificar el ateísmo doloso (ahora resulta que un montón de mis colegas agnósticos fueron abusados por clérigos en los años sesenta del pasado siglo y no me lo habían dicho hasta ahora y me lo dicen cuando les animo a rezar), que se ha convertido en la tónica del siglo XXI, se legalizará la pederastia con todos los honores.
En cualquier caso, Irene repite su muletilla del 'sí es sí': todo vale mientras exista libre consentimiento del niño… que no posee capacidad para otorgarlo. Es igual, doña Irene se encarga de decidir que sí lo tiene y se queda tan ancha.
La sexualidad infantil es una aberración porque priva al niño de su inocencia. No existe el derecho a la sexualidad. Lo que existe es la libertad para mantener relaciones sexuales… entre adultos
Esta mujer contradice la máxima de Chesterton: no existe la educación en libertad, porque si otorgas libertad total a un niño listo, lo primero que decidirá, libremente, es que no quiere ser sometido a educación alguna. ¿Acaso pregunta doña Irene a sus hijos pequeños si quieren lavarse o no, si quieren ir al colegio o no les apetece, si quieren comportarse como niños educados o groseros? ¿Verdad que no? Pues eso. No existe el derecho a las relaciones sexuales por parte de los niños… ¡majadera! Pero basta con que vean el vídeo con ojos críticos, o sea, libres, o sea, racionales.
Señor Sánchez: su ministra de Igualdad está defendiendo la pederastia: ¿hay alguien ahí?