Han pasado seis meses desde que una narcolancha asesina pasara por encima, una y otra vez, del cuerpo de dos guardias civiles, que murieron troceados. Aún recuerdo que la viuda de uno de los agentes se negó a que el ministro de Interior, otro de nuestros grandes canallas, Fernando Grande-Marlaska, impusiera una medalla sobre el féretro de su esposo. Si le hubiera ocurrido a alguna persona menos cínica que el actual ministro del Interior, estoy seguro que ya habría dimitido. Pero no lo hizo y ahí sigue, negando la evidencia más palmaria para mantenerse en el cargo.

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En cualquier caso, y visto que este Gobierno no puede plantarle cara a Marruecos, el siguiente debe caer en la cuenta de que debe plantarle cara a Rabat. Y debe comenzar a decirlo ahora mismo, porque eso es lo que haría cualquier político responsable. 

Motivo más que suficiente para romper relaciones diplomáticas con el reino alauí y para empezar a desplegar a la Armada para disparar a las narcolanchas que vienen de Marruecos y a las mafias de narcotraficantes

Hay motivos más que suficientes, para romper relaciones diplomáticas con el reino alauí, remilitarizar Ceuta, Melilla y Canarias, y para empezar, desplegar a la Armada para disparar a las narcolanchas que vienen de Marruecos y a las mafias de narcotraficantes. No, Patxi López, no: no estamos hablando de bombardear los cayucos, estamos hablando de bombardear los grandes barcos de narcotraficantes que arrastran los cayucos hasta que ya están cerca de las aguas territoriales españolas. Todo ello después de cobrar, bueno, eso ya lo hicieron en tierra, a los pobres desesperados un dineral. Les abandonan en altamar y si llegan, que lleguen, y si se los comen los tiburones siempre habrá alguien en Europa que llore su pérdida. Desde luego, los de la trata de personas no lo van a hacer.

Ahora mismo, el mayor enemigo exterior de España se llama Marruecos. El descendiente del profeta, es decir, el miserable Mohamed VI, está dispuesto a asaltar España, empezando por Ceuta y Melilla, y siguiendo por Canarias. Mientras, Pedro Sánchez mira hacia otro lado.

Hoy en día, el fundamentalismo marroquí es el más fanático de todo el Magreb, Libia incluida. Conviene tenerlo en cuenta

Los marroquíes representan, además, la quinta columna más importante que opera en España: los 800.000 súbditos de Mohamed VI que residen en nuestro país y que si el rey de Marruecos se lo ordena, están dispuestos a degollar españoles. 

Por otra parte, el régimen marroquí ha unido un totalitarismo propio de los peores sátrapas a un fanatismo islámico creciente en Marruecos. Hoy en día, el fundamentalismo marroquí es el más fanático de todo el Magreb, Libia incluida. Conviene tenerlo en cuenta.