Hace ahora justo un año, cuando la justicia empezó a encausar los negocios de su esposa, Begoña Gómez, Pedro Sánchez se rasgó las vestiduras y escribió una 'Carta a la ciudadanía', donde amenazaba con dejar la política y marcharse a su casa, Hispanidad tituló entonces: ¿a que no?

Y fue que no.

Cinco días después aún en abril de 2024, llegó la II Carta de su Sanchidad a los íberos. Españoles, perded toda esperanza: yo sigo.

Y es que ya la primera epístola no fue un mensaje a la ciudadania sino un doble recado. Primero, a sus seguidores: cuidado, chavalines, que si yo me voy os quedáis sin cargo, sin puesto y sin sueldo. Así que ya me podéis mimar. En segundo lugar a sus opositores: cuidado, muchachitos, mi esposa -más por ser 'mi', que por ser esposa- no es que sea inocente, es que es inimputable.

No sólo eso, el paripé del 'cuidado que me marcho', fue aprovechado por Pedro Sánchez para reiniciar el culto al líder en una España que históricamente no lo ha practicado -aquí siempre hemos preferido el magnicidio a la pleitesía- y, ¡atención! para lanzar el ataque más liberticida del septenio 2018-2025: Sanchez decretó el final de la libertad de prensa con persecución expresa a cualquier voz crítica con su personita, en nombre de la democrática lucha contra el bulo, ¡oh sí! Empezó a hablar de pseudoperiodistas y pseudoperiodismo y amenazó con extender la lacra -esta sí, lacra- de los delitos de odio a las redes sociales, para terminar con el bulo, el fango y la desinformación, que ponen en tela de juicio a la democracia misma.., es decir, a don Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

De hecho, al sexto día, cuando don Pedro, nos dijo que, a pesar de sus maltratados sentimientos, se sacrificaba por el pueblo y continuaba en el poder, estableció dos tipos de españoles: la mayoría social, que está con él, y el resto, que no tiene derecho ni a hablar. Al PP tiene que aguantarle porque no hay democracia sin oposición pero siempre se le puede hacer pasar por una apéndice de Vox, con los que, democráticamente, ni se habla, porque son peligrosos ultras y a un ultra se le pueden negar todos los derechos.

El Frente Popular Sanchista había sido oficialmente declarado. Había comprendido que lo suyo ya no cuela, que ya nadie le ama pero sí puede mantenerse en el poder mientras odien más a sus adversarios o a la caricatura que de ellos ha forjado el Sanchismo, con el aparato de propaganda más eficaz de todo el periodo democrático; el de La Moncloa de don Pedro Sánchez.

Pues bien, en el primer aniversario de aquel paripé de don Pedro, que no sin razón, Feijóo (hasta Feijóo puede tener razón, de vez en cuando) calificó como "adolescente", todo el gobierno Sanchista ha vuelto a montar su numerito. Los orcos de Mordor, es decir, esa coalición que preside la oblicua y frívola mente de Yolanda Díaz, ha amenazado con marcharse del Gobierno si se consuma el acuerdo entre España e Israel para la compra de balas. Habrá que repetir: ¿A que Sumar no se va del Gobierno?

Es curioso que, al igual que ocurría con Podemos en tiempos de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, los que más amenazan con la espantada son aquellos ultraizquierdistas -podemitas o sumaritas-  sin cargo o con cargos menores. Desde luego, a Yolanda no le sacan de la Vicepresidencia ni con lija. Ella disfruta mucho en el cargo,

El Sanchismo, entendiendo por ello lo que le identifica, es decir, el Frente Popular formado por socialistas, comunistas y separatistas, que controla Moncloa desde hace siere años, ha celebrado el primer aniversario de aquella genial carta de Pedro Sánchez a la ciudadanía. Esta es otra telenovela del Sanchismo: los comunistas de Sumar jamás se irán del Gobierno: ¿dónde irían?

Eso sí, oiga, ¿para qué le compramos balas a Israel? ¿No las sabemos hacer aquí, en España?

El Frente Popular de 1936, resucitado por don Pedro en 2018, sigue mandando en España... o en lo que queda de ella, porque recuerden que socialistas y comunistas no tienen mayoría absoluta. La España roja necesita de la España rota de los ERC, Junts, PNV, Bildu, etc. Todo ello regido por un adolescente llamado Pedro Sánchez.