¿Puede vivir España pendiente de un juez estrella y de un policía corrupto?
El próximo 16 de octubre, el juez Manuel García-Castellón cumplirá 69 años. Eso quiere decir, que, si solicita los dos años de prórroga, a partir de los setenta (seguramente los pedirá y seguramente se lo concederán, resultaría sospechoso que no lo hicieran) tenemos Castellón en la Audiencia Nacional hasta octubre de 2024.
Al mismo tiempo, el comisario José Manuel Villarejo ya ha pasado su máximo de prisión provisional, está libre y no tiene nada que perder. Se dedica a la venganza y a explotar todas las grabaciones perpetradas durante años, sabedor de que presunta connivencia del propio Ministerio del Interior en su tangana juega a su favor y no en contra.
Táctica para acabar con el caso Villarejo: acabamos con el delito de cohecho, porque Villarejo tenía permiso de Interior aún siendo policía. ¿Funcionará? No lo creo
Pero el juez Castellón continúa tirando de la cometa. Uno diría que le encanta ver a los potentados del IBEX, ahí, a sus pies, pendientes de su decisión, que pueden arruinar, no sólo sus vidas sino su reputación y por tanto sus carreras profesionales y su prestigio (esto último, a cierta edad resulta preocupante). El estiramiento jurídico del delito de cohecho en las casi 30 piezas del Caso Villarejo (sí, cerca de 30 piezas), empieza a resultar llamativo.
Los enemigos del juez aseguran que cuando uno está en la recta final de su carrera ya no ejerce como juez de instrucción. Una maledicencia, sin duda, pero lo que no resulta explicable es la pertinaz acumulación de casos por García-Castellón y la aún más inexplicable tardanza en crear procedimientos de instrucción. La justicia lenta señor magistrado, no es justa.
Por contraste, los separatistas catalanes se crecen. Se saben impunes e inmunes
No sé si la táctica de la que ahora tanto se habla entre los damnificados y en el propio Gobierno socialista, al que al principio gustaba Castellón, ahora no tanto, la táctica, digo, para acabar con el caso Villarejo consiste en acabar con el delito de cohecho, alegando que Villarejo tenía permiso de Interior para grabar a diestro y siniestro, aún siendo policía. Y en el entretanto los separatistas catalanes se crecen. Se saben impunes e inmunes.
La pregunta es: ¿puede vivir España pendiente de un policía corrupto y de un juez estrella?
Y lo digo yo, Eulogio López, quien, a expensas del BBVA de FG, que le pagaba, fui espiado por Cenit, la empresa de Villarejo quien, por cierto, realizó unas interpretaciones de mis conversaciones telefónicas con mis fuentes en el caso Sacyr-BBVA, que son de aurora boreal. Comprendo que FG contratara a Villarejo, aunque no me guste, lo que no entiendo es por qué no le despidió al ver que extraía, de su presuntamente ilícito trabajo, unas tan ilegítimas, chuscas y, sobre todo, lunáticas interpretaciones.