Decíamos ayer en Hispanidad que el cese de Manuel Fernández-Fontecha por Fernando Galindo, letrado mayor del Congreso y sanchista de pro, resultaba una tanto irritante. Pero todo tiene su trasfondo: Javier Ybarra explica el origen del cesador en una de sus geniales miniartículos. A veces, no hace falta argumentar, basta con identificar.

 

1.Así como Fernando Galindo Elola Olaso, pariente del delegado nacional de deportes de Franco, llegó al Congreso de los Diputados como delegado del Poder Ejecutivo para abrir un butrón en la Constitución por el que puedan colarse los sueños eróticos de los independentistas, Manuel Fernández Fontecha era, en la Comisión Constitucional, lo que Benedicto XVI fue en el Vaticano antes de ser Papa: El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Antes de que Elola Olaso le removiera del cargo, los constitucionalistas veíamos en Manuel a la lucecita de la Carrera de San Jerónimo e incluso al Sereno que, con sus pesadas llaves de bronce y el silbato pintado con pan de oro, vigilaba que nadie manipulase la Constitución. 

2.Da la impresión de que este fin de semana, paseando por su preciosa finca en la Venta de Don Quijote, justo al lado del episodio del Vizcaíno, Manuel se ha impregnado del espíritu del Hidalgo Caballero y ha tomado la decisión de plantarle cara al letrado mayor. Ha recordado aquella escena del Hidalgo en la que, bajándose de su caballo porque temía que el valor de éste no fuera igual al suyo, se plantó ante la jaula de los leones con su escudo y su espada, lleno de impaciencia heroica, dispuesto a la batalla. A corto plazo quizás la pierda pero, probablemente, la ganará en el medio plazo. 

 

La moraleja es simple: Pedro Sánchez ha puesto al Estado al servicio del Gobierno. Al principio lo hacía en susurros, ahora lo perpetra a voz en grito. Es un hombre al que sólo la pérdida del poder puede deprimirle… y está dispuesto a todos antes que deprimirse.

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