El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha presentado las medidas con las que responderá a los aranceles comerciales del presidente de EEUU, Donald Trump, en una iniciativa denominada ‘Plan de respuesta y relanzamiento comercial’, para el que se destinarán 14.100 millones de euros…

De los cuales 7.400 serán de nueva financiación y los otros 6.700 se van a sacar (“recanalizar”) de instrumentos ya existentes (como por ejemplo, el plan de resiliencia) y cuya finalidad es "mitigar la guerra comercial" con un "escudo para proteger" a las empresas y trabajadores. 

Eso de la “nueva financiación” se supone que será emitiendo más deuda pública. Pero recuerden que, desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno, es decir, desde julio de 2018, la deuda pública se ha incrementado en 472.372 millones. Aunque otra posibilidad es que Sánchez nos vuelva a crujir a impuestos, que es otra de las cosas que mejor se le da desde que okupa el sillón presidencial…

Por supuesto, y al igual que con el plan de defensa europeo -es así de jetas-de, Sánchez ha vuelto a pedir a la UE ayudas para los Estados, como por ejemplo, la creación de un fondo que "debe financiarse con la recaudación de los aranceles", cambios normativos y "acelerar al máximo" el acuerdo de la UE con Mercosur. 

En su discurso, Sánchez ha desplegado su demagogia habitual y sus ínfulas de estadista interplanetario, recordando que él, y solo él, ha tenido la desgracia de tener que enfrentarse a una pandemia y una guerra en suelo europeo, pero que lo ha hecho genial, vamos, y que si no llega a ser por él, dónde estaría España, Europa y el mundo.  

Pero, en el fondo, a Sánchez le viene bien que aparezca en el horizonte una nueva excusa que, por un lado, le sirva como cortina de humo para los numerosos casos de corrupción que afectan a su entorno político y familiar. Y, por otro, para tratar de aglutinar apoyos políticos en un momento de máxima debilidad parlamentaria para él, apelando a un nuevo enemigo, en este caso Donald Trump y una nueva guerra (además de la de Ucrania), la comercial. 

Por eso, Sánchez ha aprovechado para poner a caer de un burro a Trump, un líder “sinrazón”, “no inteligente”, “egoísta”, “que empequeñece, “contrario a la verdad” y “autárquico” (calificativos no directos, sino indirectos, que ha colado en su discurso). 

"Trataremos de ver donde unos ven obstáculos para posibilidad de mejorar, de modernizarnos... Es evidente que no pretendo maquillar la situación de las cosas. La situación es compleja. La guerra iniciada por Trump es una mala noticia para el mundo, para Europa y para España. Nadie va a ser inmune a estos impactos, pero esto no significa que dejemos de crecer. Los agoreros ya hablan desde hace años del fin de nuestra prosperidad. Se equivocaron en el pasado y se equivocarán ahora. España es una economía robusta que atrae empresas como nunca, con paz social y que influye en los debates europeos", ha concluido el presidente del Gobierno, con su habitual tono arrogante.