Yolanda acosaba con sus arrumacos al bueno de Pedro: ¡Señora que es un hombre casado! Pero la verdad es que el presidente del Gobierno en funciones se dejaba querer, emocionado como estaba porque el momento era muy "feliz". 

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En este ambiente de fuerte pulsión sensual, cualquier afirmación, por falsa que resulte, por estrambótica que sea, es bienvenida: nadie se va a preocupar de analizarla porque la forma, los cuerpos de ella y de él, es lo que importan. Y todo ello, como si el acuerdo ente Sumar y PSOE fuera algo inesperado.

Insisto, en esa circunstancia las tragaderas resultan inmensurables. Ejemplo: Pedro y Yolanda colocaron el pleno empleo como el objetivo de la próxima legislatura. Para entendernos, el presidente del gobierno y la vicepresidenta laboral del mismo gobierno, que han colocado al país a la cabeza del paro en los 27 miembros de la Unión Europa y también líder de desempleo en los 38 países miembros de la OCDE, aseguran que vamos a lograr el pleno empleo o, al menos, que ese es el objetivo. Y ojo, lo aseguran, no prometiendo un cambio de política sino asegurando que lo han hecho tan bien que ahora van a hacerlo mucho mejor.

Así se hacen de las derrotas, victorias. Con un par. No importa que España sea la tierra de los parados, lo importante es que Pedro y Yolanda no se queden parados.

Al final, el pacto PSOE-Sumar (Podemos), es decir, el pacto entre socialistas y comunistas se resume así: otro hachazo fiscal a empresa y familias. 

Al final, este neocomunismo vuelve a lo del viejo dicharacho de proletario de antes: que se mueran los ricos y las mujeres de los pobres. O si lo prefieren: conseguir el pleno empleo al grito de trabajar menos y cobrar más... y el agujero que lo pague el creador de empleo y las familias, a las que Sánchez y Díaz han colocado encima una agobiante deuda pública que tardaremos una generación en pagar.