Una de las ventajas del sexo femenino sobre el masculino consiste en que la mujer sabe administrar mejor su vanidad. Quizás porque la mujer es mucho más consciente de su vanidad que el varón de la suya. En el peor de los casos, la mujer intentará seducir y en el mejor agradar, pero es más consciente de su impostura que el varón. He conocido a hombres que ni tan siquiera son conscientes de su ensoñación, de que su autoestima no es otra cosa que petulancia y falsedad. Estoy hablando del mentiroso que se cree sus propias mentiras, bajo el principio moral, muy extendido hoy de... ¿cómo va a ser esto malo si lo hago yo? Ya saben, aquello que se decía en la Transición: ¡cómo va a ser malo el divorcio si yo estoy divorciado!

O sea, Pedro Sánchez, el hombre que no sólo está convencido de tener razón sino que niega a los demás hasta la mera posibilidad de estar actuando con rectitud de intención.

Como toda impostura, lo que está ocurriendo con la reforma del Tribunal Constitucional y del Código Penal, resulta simple y complicada. Simple porque no se trata sino de una lucha por el poder: el PSOE pretende controlar la judicatura más de lo que ya la controla, que es mucho, y el PP se resiste a abandonar los cargos que aún son suyos. La prueba de que resulta complicado es que estoy seguro que más del 90% de los españoles no entienden cuál es el motivo de fricción que ha dado lugar a tantos insultos.

Y la impostura sanchista consiste en el viejo refrán: dime de que presumes -o de qué acusas- y te diré de que adoleces.

Porque el PSOE acusa al PP, nada menos, de dar un golpe de Estado en la reforma del Tribunal Constitucional y del TC. Una sarta de mentiras que sospecho que un sujeto tan pagado de sí mismo como Pedro Sánchez, seguramente se cree... o se lo cree de tanto repetírselo.

En cualquier caso, en un artículo publicado el pasado jueves 22, titulado "no están caducados", el exministro Jorge Fernández desmontaba todo el entramado de mentiras socialistas sobre la reforma judicial: dime de que presumes...

Y dice Tezanos que Sánchez ganaría las elecciones si se celebraran ahora. Eso es falso; si así fuera, si Sánchez se creyera las encuestas del CIS, convocaría elecciones ahora mismo.

Ahora bien, si Sánchez gana la batalla del TC, sabrá que puede hacer lo que le venga en gana. Y recuerden que él sólo tiene un objetivo: mantenerse en poder el mayor tiempo posible. Ha tragado con todas las atrocidades podemitas e incluso se ha colocado al frente de la manifestación. Ejemplo: la Ley Trans es un paso más de aquello en lo que se ha convertido el Sanchismo, que empezó como guerracivilismo y está terminando en bestialismo. No en el sentido prístino de coyunda sexual entre personas y animales sino en el significado más genérico de una legislación que promulga... una bestialidad tras otra.

El problema del Sanchismo comenzó siendo político y está acabando por ser antropológico. Hay que pararlo antes de que se metastice.