La pobre Calviño ya no sabe qué hacer para no perder la carrera por hacerse con la Presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI), ahora que parece que la danesa Margrethe Vestager le está ganando el pulso. Es más, ahora se muestra dispuesta a aceptar que el BEI, el ICO comunitario, financie centrales nucleares. Cosas veredes, amigo Sancho. 

Pero como la cosa europea no marcha bien, Calviño no puede permitirse el lujo de negarle nada a Sánchez, no vaya a ser que, finalmente, el Rey le encargue formar Gobierno y la que se fue a Sevilla, o a Bruselas, perdió su silla.

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Por ello, la vicepresidente primera ha aceptado el encargo del presidente en funciones para que se congratule con los banqueros, que se encuentran, todos ellos, tirando a aterrados ante la posibilidad de que Pedro Sánchez sea ratificado como presidente aupado, es decir, con facturas pendientes por ERC, Junts, Bildu y PNV.

Por eso, se produjo la excéntrica convocatoria de la Vicepresidencia a los banqueros por parte de Calviño, el lunes 4. Y allí, ¡oh milagro!, los perversos hijos del dólar se encontraron con una Calviño zalamera: les felicitó por cuanto, aunque es cierto que de los 20 países de Eurolandia la banca española se encuentra en el número catorce en cuanto a remuneración de depósitos (2.30% frente al 2.80% de media europea), también es cierto que es el quinto país de toda Eurolandia que menos cobra por los créditos.

¡Pero qué buenos sois mis queridos banqueritos!, musitaba Calviño mientras a los Goirigolzarri, Botín,Torres, y compañía se les ponían los ojos como platos. No obstante, salieron de allí echando pestes: no se fían.

Los banqueros, como media España, tiemblan ante un nuevo gobierno Frankenstein, formado por un Sánchez hipotecado con los orcos de Mordor: Rufián, Puigdemont, Otegui y Ortúzar

Calviño alaba a los banqueros para mantenerse en el poder, pero los banqueros salen cabreados

Empecemos por lo menor. El PNV de Ortúzar es menos sensible a las presiones de los banqueros, entre otras cosas porque ya no tienen el BBVA o al menos aún no han podido recuperarlo, aunque Sánchez y Feijóo están dispuesto a prometerles cualquier cosa. Y recuerden que Feijóo sólo necesita cuatro diputados y el PNV tiene cinco. 

A Feijóo le basta con que el PNV cambie de opinión para ser presidente. Oiga, y si en la moción de censura de 2018 los nacionalistas traicionaron a Rajoy. ¿por qué ahora no podrían traicionar a Sánchez?

En cualquier caso, el órdago no es el PNV sino la vuelta al bipartidismo. Veamos la situación tras la electrizante entrevista de Felipe González en la mañana del martes 5 de septiembre, en Onda Cero.

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Partimos del axioma de que media España tiene una prioridad máxima: evitar, como sea, que los indepes hagan presidente a Sánchez. De esa inquietud participa también el Rey. Así, Felipe VI llama en su apoyo a Felipe González y José María Aznar: hay que buscar una solución B por si falla la investidura de Feijóo, no tenga que verse obligado a nominar a Sánchez. Por eso, volvemos atrás, Nadia Calviño alaba a los banqueros: a José Ignacio Goirigolzarri para que no ejerza su influencia en el PNV y a Ana Botín, en su momento innecesariamente insultada por Sánchez ("si vamos en dirección opuesta a Botín ya Galán es que vamos bien")  para que no ejerza su influencia ante Felipe VI y que este no nomine al presidente en funciones. 

Si el PNV no cambia de opinión la verdad es que el Rey tendría que tomar ese tipo de medidas fuertes a las que es tan poco aficionado y que podrían traerle la acusación de toda la izquierda, que le tildará de rey golpista. ¡Pues buenos son!

En Hispanidad ya hemos dicho cuáles son las dos opciones del monarca: o bien forzar un acuerdo entre Feijóo y Sánchez para gobernar conjuntamente, sea con un pacto de legislatura o, por qué no, con un pacto de Gobierno, y expulsar a "todos los extremos". O bien ¡medida extraordinaria!, nominar a un tercero o, simplemente, situar a dos prohombres de Estado, llamados Felipe González y José Maria Aznar, para que hagan lo propio: apartar a los separatistas del Gobierno de España y que la alternancia sea entre el PSOE y el PP.

Pero Felipe VI no es su padre, Juan Carlos I, quien habría tomado las riendas del problema directamente. El actual monarca necesita de intermediarios incluso para conseguir el más mínimo acuerdo entre el pepero y el sociata y ahí es donde surgen los nombres de Felipe González y Jose María Aznar. González ya ha empezado a trabajar con la entrevista en Onda Cero. Aznar debe movilizar a su partido y hacer lo propio.

Por de pronto, recordar, como ha hecho Felipe, que la amnistía no cabe en la Constitución. Vamos,  no hacer los de Patxi López: que decía el Tribunal Constitucional. Precisamente, el TC de Cándido Conde-Pumpido, un buen hombre. 

Y todo esto, aderezado con la lastimosa rueda de prensa de Puigdemont de hoy, en  Bruselas. Un personaje que, ante el agasajo de Sánchez y Yolanda Díaz, ha pasado de huido en maletero a renovador de la nación catalana y el Estado español.

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Recuerden: si nadie hace nada Sánchez repetirá como presidente del Gobierno: ¡Socorro!