Los hechos ya los conocen ustedes y pueden incluirlos en la sección culebrones del verano. Ningún ministro del Gobierno Sánchez acompañó al rey Felipe VI en su viaje a los Estados bálticos: Estonia, Letonia y Lituania. Al final, Margarita Robles, la presunta ministra más 'institucional' (sea lo que sea lo que eso signifique) del Ejecutivo, hizo un hueco en su agenda para acudir al acto de despedida del monarca en el Atlántico norte.

Ahora bien, no sólo faltaba el Gobierno, también faltó la Reina Letizia y la heredara al Trono y futura Reina de España, doña Leonor. En Zarzuela intentan crear la imagen de Letizia la filántropa y de Felipe, jefe de Estado. A lo mejor lo consiguen. A doña Leticia le hacen viajar con la Agencia de Cooperación española y destruye la esencia de estos viajes por su inmoderado afán de protagonismo. Los viajes de ayuda al Tercer Mundo no tienen por objetivo situar al ayudado delante de las cámaras como acompañante de la ayudadora, ni a la ayudadora con dinero ajeno debe lanzar un mitin contra la violencia de género. Recuerde, doña Letizia: la reina consorte debe ser discreta.

Respecto a la princesa Leonor, no estaría de más que en estos viajes, con riesgo, empiece a acompañar a su padre. Después de todo, era un viaje militar, que es para lo que se está formando en estos momentos, no para hacer discursos cursis en las ceremonias de conmemoración del reinado.

En cualquier caso, este es el primer fracaso del nuevo jefe de la Casa Real, el socialista, Camilo Vilarino. Fue fichado como hombre capaz de entenderse con Moncloa y ahora resulta que Moncloa está más interesada en fomentar el ideal republicano -perdón, los valores republicanos- que en entenderse con el Rey Felipe VI, a quien tanto chantajea como desprecia Pedro Sánchez.

¡Camilo, que no te enteras!