Vox, varado
El problema de Vox es que es un partido del que Juan Español sabe lo que no le gusta pero anda un tanto más confundido sobre lo que realmente le gusta. Y así, en negativo, no se ganan elecciones.
Por ejemplo, sabemos que a Vox no le gusta la economía subvencionada de Pedro Sánchez, con su variado repertorio de limosnas alimenta-vagos. Ahora bien, ¿conoce Juan Español qué modelo económico defiende Vox? Yo, al menos, que no dejo de ser un Juan Español, no lo tengo nada claro.
Los ejemplos son muchos: ¿hasta dónde llega la defensa de la vida en Vox? Depende de con qué diputado hablemos.
En Vox, en definitiva, se enfrentan el alma nacional (no voy a decir nacionalista, sería injusto) y el alma cristiana. Pero para algunos de sus dirigentes, la segunda es consecuencia de la primera, lo cual servidor considera imposible. Una cosa es que la antropología cristiana considere el patriotismo como una virtud -lo es- y otra que la nación española, por ósmosis, defienda unos principios cristianos. Eso no resulta tan simple.
Y luego está el lastre de su inacción económica. Los de Santiago Abascal apenas participan en el debate energético europeo ni reaccionan ante las nefastas medidas económicas de Sánchez
Pues bien, el alma cristiana de Vox parece languidecer. Aportaría mucho si defendiera la Doctrina Social de la Iglesia en materia económica o la antropología cristiana en defensa de libertades olvidadas como como la libertad de enseñanza. Verbigracia, el cheque escolar figura en el programa de Vox pero, desde las elecciones, el partido no ha vuelto a hablar de ello.
Santiago Abascal debe reaccionar, debe re-cristianizar Vox. Un detalle, el Consejo de ministros del martes resultó claramente económico y en Bruselas se decidía una reducción del gas que... no hará otra cosa que proporcionar más instrumentos a Putin para doblegar a Europa. Pues bien, Vox una vez más, ausente: reaccionará tarde y no sé si bien.
En resumen, Vox se desfonda: o se define como el único partido cristiano o terminará como Ciudadanos, en disolución. Recuerden que no se puede ser un partido 'reaccionario' como el de Albert Rivera, al que sólo se vota por reacción, cuando la gente se cansa del resto, porque el hartazgo no es pasión duradera.