La nueva Ley de Vivienda fue aprobada con Raquel Sánchez a cargo del ministerio, ahora es Isabel Rodríguez la que continúa con el proyecto de vivienda social-comunista
El Gobierno cierra el año con un nuevo decreto ley que prorrogará algunas de las medidas de su plan anticrisis, ese que estableció hace casi dos años cuando comenzó la guerra de Ucrania.
Este Gobierno tiene la facilidad de convertir los impuestos, planes y medidas temporales en eternos en el tiempo, y una de las medidas elegidas para prorrogar, en un pacto acordado con EH Bildu, es la prohibición de los desahucios de personas en situación de vulnerabilidad.
Según Bildu, esta medida y la del tope del 3% de subida de los alquileres acordada en la Ley de Vivienda “suponen dos medidas imprescindibles frente a la difícil situación habitacional que viven miles y miles de familias”.
La nueva Ley de Vivienda se aprobó en mayo y, entre otras medidas, la normativa impide a los propietarios desahuciar a inquilinos vulnerables sin un acto de conciliación o arbitraje previo, con una serie de medidas que dificultan el desahucio de vulnerables: por ejemplo, no pueden realizarse sin una hora y una fecha predeterminada.
Así, el Gobierno convierte la vivienda un derecho y la propiedad privada en un deber, al ser el propietario el que tiene que hacerse cargo de los vulnerables, con cargo a su patrimonio, por supuesto.
De acuerdo con los datos de la Plataforma de Afectados por la Ocupación, los 'inquiokupas', es decir, aquellos inquilinos que dejan de pagar el alquiler pero continúan ocupando la vivienda, representan el 70% de los casos de okupación. En estos casos, ¿adivinan cómo se declaran todos los okupas verdad? Vulnerables, naturalmente. Y de su declaración de vulnerabilidad, a esperar a que un juez determine si son vulnerables realmente. Mientras tanto, el propietario atado de pies y manos mientras ve como su vivienda es okupada.
El Gobierno vende con su medida más seguridad para el vulnerable, pero condena al propietario a vivir sin ningún tipo de seguridad jurídica. De fondo, el rotundo fracaso de la política de vivienda socio-podemita, centrada en el alquiler, que se ha convertido en más caro que comprar: es más, ahora alquilar es tan caro que hasta crea inquiokupas.