Jerusalén, ciudad abierta, en la que los cristianos pueden visitar el Santo Sepulcro. Ciudad Santa t
Alto el fuego en Gaza. Hamás liberará a los rehenes e Israel, todavía sin aclarar la letra pequeña, si se retirará de la Franja de Gaza.
¿Significa esto que la guerra ha terminado? Todos estamos deseando decirlo. Han sido 15 meses de conflicto muy cruel, iniciado con un acto terrorista crudelísimo.
Es decir, es una buena noticia, sin duda, aunque me temo que nada ha cambiado. En primer lugar, los musulmanes no renuncian al terror ni a la 'guerra de familia'. En otras palabras, primero golpean de forma sangrienta y luego se esconden detrás de sus mujeres y de sus hijos, en escuelas, hospitales y locales de Naciones Unidas.
Cuando el ejercito judío, más poderoso, sí, pero que opera a cara descubierta, con la nobleza de la guerra, si es que en la guerra puede haber mucha nobleza, ataca esos refugios de terroristas parapetados detrás de civiles, detrás sus propios hijos, entonces la propaganda oriental y la estupidez occidental hablan de genocidio. Pero lo cierto es que los palestinos nunca plantan cara a Israel, ni tan siquiera como guerrilla, sino con actos terroristas donde asesinan, violan y secuestran. Si actuaran como guerrilla, resultarían más aceptables.
En segundo lugar, en Israel, el sionismo se ha impuesto al judaísmo. Los judíos, pueblo elegido por Dios, aportaron al mundo lo más importante, más importante que la filosofía griega y que el derecho romano: la revelación divina.
Ahora bien, el actual estado de Israel, que sólo fue posible gracias a la fe judaica, ha abandonado su credo y se ha convertido en un instrumento de poder político. Tras el nazismo, uno comprende que Israel debía tener su propio Estado y su propio ejército. Sin embargo, el pueblo judío, que tenía más razón que cualquier otro pueblo para parecerse a una teocracia, ha convertido su religión en política y su política en un ejercicio de poder. Insisto en que, tras el nazismo, los judíos poseen razones para comportarse así, pero eso sólo significa que les comprendo más que les justifico.
El pueblo hebreo debe anular su ateísmo sionista y volver a la fe de sus padres. Su infidelidad a Cristo es lo que ha provocado una diáspora que duró 20 siglos. La conversión de Israel continúa pendiente.
Tercer elemento: la paz en Oriente próximo, no consiste en dos Estados, como repiten bobaliconamente las cancillerías occidentales y más que nadie el canciller español, un tal José Manuel Albares, sino en tres 'Estados': el musulmán, el judío y el más importante, el cristiano.
Sï, la Iglesia no quiere realmente crear ningún Estado, lo que pretende es que se respete su fe y su credo, tanto por musulmanes como por judíos, en Tierra Santa, allá donde el Redentor se encarnó y se dejó clavar en una cruz para salvar el género humano.
Políticamente, esto se resume en dos estados, uno judío y el otro mahometano. El primero es el único que tiene derecho a ser algo parecido a una teocracia, el segundo pretende serlo sin derecho alguno. Pero falta el tercer elemento, que mas que Estado cristiano busca un respeto a Jerusalén, una ciudad santa, para las tres religiones, aunque más para el cristianismo que para ninguna otra, que debería ser una ciudad abierta, tal y como proponía Juan Pablo II y ha propuesto la iglesia desde la constitución misma del estado de Israel.
Jerusalén, ciudad abierta, en la que los cristianos pueden visitar el Santo Sepulcro. Ciudad Santa también para musulmanes y judíos, bajo mandato de Naciones Unidas. Pero el ateísmo práctico que reina en el Occidente post-cristiano provoca que esta opción ni tan siquiera se plantee. Y no saben con cuánta tristeza escribo eso de post-cristiano.