Amnistía Internacional es una organización que se pone exquisita a la hora de defender determinados derechos pero que cae en inmensas contradicciones.

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Por ejemplo, cuando defiende el supuesto derecho de las madres a abortar a sus hijos, cae en la contradicción de no defender el derecho de esos hijos a la vida. 

Y cuando defiende los derechos humanos de los delincuentes -que por supuesto que tienen derechos humanos, por el hecho de ser personas- cae en la contradicción de olvidarse de los derechos de las personas que sufren la delincuencia (el derecho a la vida, a la propiedad, etc).

Y eso es exactamente lo que ha pasado en Argentina, donde Amnistía Internacional se puso del lado de los delincuentes en un informe referido a la supuesta represión del Gobierno de Javier Milei a protestas sociales. 

La ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, no se ha cortado un pelo y ha acusado a esta organización de "no tener vergüenza", poniéndola, una vez más, frente a sus incongruencias. Por ejemplo, con la dictadura chavista de Venezuela