En Bolivia, prosigue el enfrentamiento entre el expresidente (entre 2006-2019) ultraizquierdista, socialista del siglo XXI y feminista Evo Morales y el actual presidente, Luis Arce -que pertenece al mismo partido que Evo Morales, es decir, Movimiento al Socialismo (MAS)-.

El distanciamiento entre ambos se originó en 2021, cuando mantuvieron diferentes posturas acerca de la gestión de la administración del Estado. Luego, esas disputas se incrementaron cuando hubo que renovar la dirección nacional del MAS y definir al candidato oficialista para las elecciones de 2025. 

Y eso, en el contexto de la investigación a Evo Morales por los presuntos delitos de estupro con una menor de edad, de 15 años (con la que supuestamente habría tenido un hijo) y, de trata de personas, delitos que habría cometido en 2016 y por los que no se ha presentado a declarar, por lo que la fiscalía va a ordenar su detención. 

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A raíz del enfrentamiento entre ambos, los seguidores de Morales se han dedicado con entusiasmo a bloquear carreteras del país -exigiendo retirar los cargos judiciales contra el expresidente boliviano y para defender su candidatura de 2025- lo que, según datos del actual Ejecutivo, habría supuesto unas pérdidas económicas al país de 2.109 millones de dólares (algo más de 1.937 millones de euros). 

Además los 'pacíficos' correligionarios del expresidente tomaron el control de varias unidades militares en el Trópico de Cochabamba y otras 2.000 personas irrumpieron violentamente en el cuartel Cacique Juan Maraza (en Villa Tunari). 

Y mientras Morales pretende presentarse a las próximas elecciones, ha emprendido una supuesta huelga de hambre para victimizarse, con la excusa de que “que cese la represión y se instale de inmediato un diálogo sincero con acompañamiento internacional, junto a países amigos y organismos internacionales”. Eso sí: el muy ultrafeminista y ultraindigenista todavía no se ha presentado a declarar ante la justicia por la acusación de estupro que pesa sobre él...